Foto de Jorge Emir Llugdar La compra de un electrodoméstico que parece elemental para la vida moderna, en el campo era fuente de un impensado trabajo extra Todo un trabajo la heladera a querosén, vea. Tenía el tanque en la parte de abajo, y al fondo, una mecha protegida por un vidrio. El vendedor explicaba el funcionamiento, parecía fácil. Sólo había que encenderla. Tenía una pequeña chimenea que, de vez en cuando se debía limpiar y eso era todo. Cuando la estaban llevando, el vendedor advertía, sólo hay que cuidar que la llama sea azul, pequeño detalle. El paisano llegaba a la casa con el armatoste y la familia en pleno se reunía para observar su instalación. Con tiempo habían elegido un lugar en el corredor y entre dos o tres forzudos la llevaban a su sitio. El padre tiraba del tanque como le habían indicado en la ciudad, abría la tapa y lo llenaba de querosén. Con un fósforo encendía la mecha que estaba al fondo del tanque y lo volvía a su lugar. La mujer, entusiasmada, ponía una j
Cuaderno de notas de Santiago del Estero