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Mostrando las entradas etiquetadas como Manso

AMPATU Feo en primera persona

Sapo muerto en el pavimento "No como cascarudos para caer simpático a las mujeres de las asociaciones protectoras de animales…” Soy el sapo: el bicho más feo de la Creación. Mansito, de alma tranquila, pero sin amigos a la vista, al menos. Cada vez que me molestan me orino del susto y, por esa costumbre nomás, me han inventado fama de venenoso, animal peligroso. Tené cuidado, te va a ishpar, dicen. Soy más bueno que el pan francés. No tengo enemigos en el monte: me quiere el león, me quiere el quirquincho, me quiere la bumbuna. No soy amigo de ninguno, pero me respetan porque los mantengo limpios de insectos, que son mi comida preferida. Vivo detrás de los tinajones aguaitando la noche para salir a trabajar. No como cascarudos para caer simpático a las mujeres de las asociaciones protectoras de animales, como algunos creen: lo hago porque tengo hambre, así de simple. No soy sinuoso como la víbora ni ágil como la liebre; por eso, a cada rato, algún auto me atropella. Entonces mi de...

CAMPESINO Todavía venden cachiyuyo

Locro del mercado Armonía Por los puestos de arriba del mercado armonía paseaba un espanto, olvidado por el Manso, el sol o la empresa Santa Ana Dicen que en el piso de arriba del mercado Armonía, las noches de invierno sin luna ni luces en la Tucumán o en la Absalón, solía pasearse un campesino olvidado por el Manso, el Sol, el Santa Ana, caminando como si buscara algo entre los cerrados puestos de achuras, cabritos, gallinas, artículos regionales. Los policías que quedaban de guardia decían que siempre preguntaba lo mismo, cuánto faltaba para que saliera el ómnibus y si tenía tiempo de comer un sánguche más antes de que fuera la hora. Otras veces los solitarios pasos del espanto solían oírse en la planta baja, ambulando de los puestos de verduras a los bichitos del agua, de ahí a la venta de mondongo, pasando por los humeantes platos de locro que todos los días, hiciera frío o calor, la Lily sabía tener preparado para su distinguida y fiel clientela. Sin esos campesinos, el mercado h...

CABALLOS El Tortugón

Caballo tordillo Mucho antes había tenido de sillonero al Potrillo, un bayo de paso, muy brioso, con el que viajé varias veces Entre los caballos que tuve en la casa que había sido de mi abuelo, recuerdo al último de todos, el “Tortugón”, un tordillo que tenía un lejano parentesco con algún criollo de raza. Le decíamos así porque era lento para disparar. Me gustaba, porque tenía un hermoso andar y un trotecito marchado suave. Mis hermanos tenían caballos hermosos, José un tostado muy brioso, de nombre “Cuál”, que vuelta a vuelta se largaba bellaqueando. El de Eufemiano era tordillo, como el mío, de un andar muy elegante al que una de mis hermanas bautizó como “Putilo”, porque la primera vez que salió a pasear, la previnieron de que era un animal peligroso, que tenga cuidado, no se confíe, y resultó muy manso. El mío era medio tropezón, dos o tres veces me dejó tendido en el suelo cuán largo soy (esta frase, “cuan largo soy”, siempre la quise ubicar en un escrito y nunca calzaba, hasta ...