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Mostrando las entradas etiquetadas como Carnicería

VACAS Por qué les gritaban en el campo

Vaca  y ternero, Aibalito, Jiménez Relato de costumbres que terminaron para siempre En el campo no es como en la ciudad, que poca gente grita. Allá hay que hacerlo, porque si se trabaja arreando vacas no se les puede susurrar para que entienden. O había que hacerlo antes de la llegada de los teléfonos celulares, ahora quizás les manden un mensaje a un chip que les ponen en la oreja y las otras tal vez entiendan la orden. Capaz que ahora las crían en cajas de cartón, envasadas desde que nacen, con un destino de mostrador de carnicería de Córdoba, Rosario o las islas Aleutianas. En el tiempo aquel cada una tenía su nombre y las conocíamos como “la Colorada del Bajo”, “la Chejchila mocha” o “el Toro del Buen Servicio”. Las vacas se arreaban también con un silbido particular: los animales lo oían y sabían que debían rumbear para el lado del agua. En la casa de mi abuelo se les silbaba de una forma y, después me enteré de que en otros lados era muy parecido y en una de esas venía de lejos,

VIDA Llegar a viejo

Por qué deberías empezar a tratar bien a los ancianos A veces, cuando me miro al espejo digo: “Bueno, Juan, esto había sabido ser viejo”. No porque me haya acostumbrado dejo de notar las arrugas, la cabeza blanca como alpargata de pintor, la mirada algo caída, la busarda prominente, los pasos cada vez más lentos. Es solamente el paso del tiempo, saber lo que he vivido o me resta por vivir, diría José Hernández. Lo que me tocó y lo que hice con eso. Uso anteojos para leer desde pasados los 40 años, de vez en cuando me duelen algunos huesos que antes ni sabía que existían. No sé y no me interesa entrar en algunos asuntos del presente rabioso, como el manejo de los teléfonos móviles, Netflix, los pantalones ajustados al cuerpo o usar esos ridículos zapatones de goma, los sapos, ni para andar en casa. Me banco perfectamente que una mujer joven me diga en la carnicería: “Esa no es la fila, abuelo, venga que le indico”. De chico me gustaba andar de gorra o de sombrero, de joven me decían que