El hijo de la Vicepresidente Cuando a uno lo eligen diputado nacional o senador por alguna provincia, la primera vez al menos, anda perdido en Buenos Aires A veces los padres hacen —hacemos— bromas pesadas a los hijos, nada grave. Es como si quisiéramos dejar una marca en sus recuerdos para cuando ya no estemos, y en ese afán se nos va un poco la mano, o no. Máximo Kirchner contó en una entrevista que su padre, Néstor, si lo veía jugando con soldaditos, al pasar se los pateaba y debía acomodarlos de nuevo. Como se ve, nada grave. Hubiera pasado como una anécdota más, un minuto para contarla, palo y a la bolsa, si no fuera porque un día, el periodista del diario La Nación, Pablo Sirvén, no tenía de qué escribir e hizo toda una historia con ella. La tituló: “Máximo y el trauma no resuelto de un juego infantil” . Luego, en la bajada se pregunta si incide eso en su forma de hacer política. Dicen por ahí que se trata de una “sobre interpretación” de los hechos, puede ser. Pero se parece má
Cuaderno de notas de Santiago del Estero