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Mostrando las entradas etiquetadas como Agria

NARANJAS Jugo como para hacer dulce

El pavimento como bruto exprimidor Las naranjas agrias que todos los años se pudren en las calles de la ciudad, bien podrían ser aprovechadas para paliar, alguito, la pobreza reinante Quizás hasta el momento nadie haya hecho el cálculo de cuántas naranjas agrias se pudren en las calles y veredas de Santiago sin ser aprovechadas, aunque sea para tirarle al referí en un campeonato reducido dominguero de las afueras. Entre fines de julio y estos días, son casi un adorno de las calles de la ciudad, sin otra utilidad más que esa. Pocas amas de casa aprovechan para cortar unas cuantas y hacer un exquisito dulce. Lavar bien la fruta con abundante agua, exprimirlas muy bien y poner las cáscaras en un recipiente con salmuera, al menos por 24 horas. No sé por qué, pero mi abuela las hacía de esa manera y quién soy yo para contradecirla, sobre todo desde que se fue de este mundo. El jugo se debe tomar rebajado con agua y con azúcar o edulcorante a gusto. ¿No habrá una empresa juguera que las quie

TRAVESÍA Una piedrita marca el destino

Imagen de ilustración Acerca de los días de un linyera, la curiosa manera de decidir su destino y otros detalles que el lector hallará por sí solo Salí tempranito para no perder ni una gota de luz, quería que obscureciera lejos. Llegué a las vías, tiré una piedrita, si caía para allá me iba al norte, si caía para aquí, al sur. Cayó para aquí. Terminado ese primer día andaba cerca de Fernández, demoré porque me detuve en una casa a pedir alguito que comer. Me dieron frutas y un pedazo de asado frío que les había sobrado. Calculé que comería la carne a la noche y me mandé las manzanas. Después anduve más despacio. Recordé que el rumbo era no tener dirección ni fechas ni plazos ni cuentas ni amigos. Lo único mío era el ancho mundo de día y si podía, algo de estrellas durante la noche. Lo demás me importaba un cuerno. Le cuento, esa primera noche no dormí. Estaba acostado cerca de un árbol con mi monito por almohada, entre manotazos, tratando de matar uno por uno al millón de mosquitos que