Semáforo rojo Normas tácitas que los conductores aceptan, infringen y justifican con una mezcla de costumbre, picardía y ausencia de sanción Es cierto que los santiagueños tienen su Código de Faltas, en el que se describen las conductas que son punibles en el ámbito municipal. Los conductores de vehículos han escrito también las suyas, que se apegan más a la costumbre establecida que a lo deseable. En otras ciudades del país —o del mundo— quizás sucede lo mismo o peor, valen las comparaciones. Por si no las conoce, aquí van. A ver si está de acuerdo en que así funcionan. Regla del segundito. A pesar de que está penado estacionar en doble fila, siempre se permite lo que los automovilistas llaman “un segundito”: para hacer un trámite urgente, dejar un pariente enfermo en su casa, tomar un café en la confitería, irse a dormir la siesta, lo que sea. Cuando el agente llega y amaga con hacer una multa, se le dice: “Es un ratito, nada más, tengo a mi mamita enferma.” Listo. No, papito, si...
Cuaderno de notas de Santiago del Estero