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Mostrando las entradas etiquetadas como Bolsa

NAVIDAD El Niño Dios o Hepatalgina

El Pesebre de todos los años Cuando los chicos empiecen a armar el Pesebre, surgirán los mismos de siempre a negar el nacimiento, a poner en duda los cimientos del catolicismo Dentro de unos días, el 8 de diciembre, los chicos de familias católicas han de armar su Pesebre, quizás con un arbolito de Navidad y se entusiasmarán pensando en que, como todos los años, un niño nacerá de una virgen en un humilde portal de Belén. Será una actividad sin ceremonias vanas, pedirán a las madres las figuras que guardaron del año anterior y las irán poniendo en algún rincón de la casa. El pesebre será una bolsa de arpillera o tal vez papel madera al que le agregarán algo de pasto y algodones o pedacitos de telgopor para simular la nieve, el frío que soportó el niñito durante sus primeros días. Nada del otro mundo, ¿no?, lo mismo se viene haciendo desde tiempos inmemoriales no solamente en Santiago del Estero sino también en todos lados. Cualquiera sabe que esas figuritas de yeso no son el Niño, la Vi

HISTORIA DE VIDA La verdad verdadera del Hombre de la Bolsa

A modo de ilustración nomás “En una pelea con cuchillas, el otro me erró de matar, y quedó mi ojo izquierdo a la orilla de un boliche mugroso” Ya andaba hombreando bolsas mucho antes de que las madres me mentaran para asustar a sus hijos cuando no querían tomar la sopa. Soy nacido y criado en el barrio El Triángulo, fui a la escuela hasta segundo grado nomás, después tuve que ir al Mercado de Abasto a rebuscármelas, porque era eso o pasar hambre, en casa, según decían, no había para darme de comer. Mi tío me dijo que, si sabía firmar, no había para qué seguir yendo a la escuela. Le dije que sabía, me entregó un papel y me exigió: “A ver, firme ahí, sobrino”. Y firmé, bien clarito: “Luis Miguel Sandoval”. Decidió que al día siguiente lo tenía que acompañar al mercado. La miré a mi mamá que, a su vez me devolvió la mirada con un rostro que no decía nada. Al día siguiente me levantaron bien tempranito. Sin lavarme la cara, mi tío me llevó al mercado, era un hervidero de gente moviéndose