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Mostrando las entradas etiquetadas como Desconocidos

PALABRAS Casi, casi, casi, la paz llega de lejos

Felicidad, paz (autofoto) Una palabra insignificante puede significar, al final de cuentas, la maravillosa esperanza de un muy buen día Casi, casi, casi, significa que fue por muy poca diferencia, apenitas por esto, por el hocico, diría un burrero, por una uña. No son todos. Si uno dice que estuvo casi toda la familia, está indicando que faltó uno, o tal vez más de uno, no muchos. El idioma no es una ciencia exacta, por lo que no se sabe muy bien cuántos deben estar ausentes para que quepa correctamente el adverbio. Si usted afirma que a la cena fue la mitad de los invitados, no corresponde el “casi”. Pero, si de cuarenta faltaron dos o tres, ahí está bien puesto y es “casi todos”. Hablando de otra cosa, ¿no le pasa que por ahí se siente solo, triste, olvidado?, ¿que el mundo le ha dado la espalda, lo ignora?, ¿que nadie le ha dedicado unas palabras amables en todo un día? A veces no es así realmente, es decir, uno estuvo con gente a la que aprecia y quiere entrañablemente, se topó con

PARIENTES Primos de casualidad

Mi tía María, finada, mi primo Carlos Cómo agrandé la familia en un viaje de Tucumán al departamento Jiménez La casualidad llevó a que un día que viajaba de Tucumán al departamento Jiménez de Santiago, duplicara mi familia repentinamente y me consiguiera parientes que hasta ese momento no sabía que tenía. Había un paro de ómnibus en Tucumán, Carlos Singh, el chofer, igual salió de la terminal vieja y a las pocas cuadras lo interceptaron unos gremialistas armados con piedras y palos; allá suelen ser bravos los muchachos de los sindicatos, no como en Santiago. Carlos les explicó que había gente que debía volver al pago porque no tenía dónde quedar en la ciudad. Pero cuando lo amenazaron con romperle ese coche y todos los demás, nos bajó a los pasajeros y nos deseó suerte. Viajaba ese día Domingo Llanos, no recuerdo si todavía era operador de la radio policial o ya era jefe del destacamento del Bobadal. Como iba de uniforme le dije que nos larguemos a dedo para llegar al pago. Recuerdo qu

ESCRITOS Para qué, para quién

Atrapado entre 27 letras Qué lleva a un tipo a redactar todos los días un mensaje que arrojará en una botella al mar de internet No para los vecinos ni los amigos ni los conocidos ni los desconocidos ni los profesores ni los alumnos ni los críticos ni ningún lector en especial ni todos en particular, el escritor escribe para sacarse de adentro una cierta propensión a la soledad, a la melancolía, una tristeza por las cosas que no sucedieron y nunca sucederán, aunque pasen cien millones de años. Está seguro, a esta altura de la kermés, de que nunca será un poeta del Parnaso local, nacional o internacional como los que admira y relee. Redacta una y otra vez, una y otra vez y otra y otra más, sabiendo que jamás llegará a la altura (¡ni cerca!), de Edgar Allan Poe, Jorge Luis Borges o acaso Carlos Virgilio Zurita, cuentista y poeta exquisito, de factura santiagueña y tramas imaginativas y diversas. No para la novia ni para la suegra ni su madre ni sus hermanos ni la amiga ni los contertulio