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Mostrando las entradas etiquetadas como Abuelo

HISTORIA No es casita, es el “Caserón de Tucumán”

Mi abuelo empezando la demolición para la futura avenida Tiene una cuadra de largo, es el museo que alberga la sala de la jura de la independencia, única parte antigua que queda en pie Hierven de rabia los tucumanos cada vez que los porteños le dicen “Casita de Tucumán” al histórico lugar en que se declaró la independencia. Como si fuera la única que hay en la provincia, como si el resto fueran nomás montañas, ovejas y paisaje. Es verdad que en un tiempo quedó reducida a la sala de la jura de la independencia, la única parte original que quedó en pie, pero después la reconstruyeron más o menos, como suponen que fue, y la agrandaron bastante, y ahora va de calle a calle, de la Congreso a la 9 de Julio, partiendo en dos la manzana, como para que decirle “casita”, suene medio ridículo. Sería un caserón, más bien. Deberían decirle “Caserón de Tucumán”, porque en la provincia no debe haber otra más grande. Ya se ha contado infinidad de veces que a partir de una vieja fotografía se reconstru...

ORIGEN DE LOS SANTIAGUEÑOS Guillermo Bothamley

Carlos Bothamley El Obispo no quería casar a la pareja porque el hombre era protestante, la madre dijo que entonces se casaría por el rito protestante y el Obispo aflojó Guillermo Bothamley es nieto de un inglés que llegó a Córdoba huyendo del asma que lo aquejaba. Aquí administró campos y luego compró el suyo. Tenía 13 hermanos, de los cuales algunos se fueron a Nueva Zelandia, allá fueron personajes importantes. Carlos Bothamley Su nieto Carlos Bothamley ha recordado para Ramírez de Velasco, parte de la historia familiar en algunos libros muy amenos que publicó. En esta nota cuenta cómo fue que su padre conoció a su madre, “la gordita de rosa”, Josefina Catella, “Chocha”, le decían, en un baile en Río Ceballos, Córdoba. Y el escándalo que hizo porque el obispo no quería casarla con su padre. La historia de la llegada de los santiagueños a su tierra sigue creciendo a medida que los hijos, los nietos, cuentan cómo fue que sus padres llegaron a la provincia, enamorándose sin remedio de...

CUENTO Romance con la Brigitte

Brigitte “De chico fui a ver tres o cuatro de sus películas, todas prohibidas para menores de 18 años, en el Renzi, porque ahí nos dejaban pasar” Años después me enteré de que Brigitte Bardot era ocho días mayor que mi madre, si lo hubiera sabido entonces quizás no me habría enamorado perdidamente. Ocurrió en un viaje a Santiago con mi abuelo: me trajo tal vez para que dejara de molestar en el campo. Vinimos en una estanciera de Segundito Santillán, famoso maestro de los de antes. El tío Ñato, que vivía con la tía Gorda en la Roca, donde ahora están terminando un edificio, me entregó unos libros grandes que sacaba la revista Life en español y con eso me entretuve gran parte del tiempo que estuvimos aquí. Cuando nos íbamos, quise devolverle las revistas, pero no las agarró dio que me las regalaba. Una de ellas, dedicada a Francia, tenía dos o tres páginas con fotos grandes de la Brigitte, la más hermosa de todas las mujeres que ha dado este mundo en varios siglos a la redonda. De chico ...

PARIENTES El regalo del abuelo

Sol de Mayo Sol de Mayo, en el departamento Jiménez, era un lugar construido como fábrica de recuerdos de los hijos, los nietos y sus amigos Esto es una intimidad familiar, y quizás no le interese amigo. Si a partir de ahora quiere abandonar la lectura, hace bien, no importa. Pero, si sigue, le cuento: mi abuelo era un tipo romántico, no a la manera de ahora, que las mujeres están pidiendo a toda hora que les digan que las quieren, las aman, las adoran, sino como eran antes los hombres. Es decir, calmados caballeros, seguros de sí mismos, que habían conseguido una mujer para amar y procurarse una familia, no para andar proclamándolo a los cuatro vientos. Eso era para las películas o para las mariconerías propias de los tiempos que corren ahora. Tengo una pariente que se ofende cada vez que se habla mal de alguien de la familia y, como no sé si esto la ofenderá o no, prefiero aclarar las cosas y atajarme de sus posibles recriminaciones. Una rama de la parentela supone que los hombres y ...

INFANCIA Eran amigos

Los Reyes Magos Cómo es. en la niñez, el proceso de darse cuenta de que una verdad fundamental está al alcance de la mano Nosotros lo veníamos observando desde hacía dos o tres años, esa noche se hacía el tonto, se quedaba hasta tarde y a la mañana siguiente era el primero en levantarse. Después, en el desayuno nos contaba que habían venido del lado del portón grande y hasta nos mostraba los rastros. Con la emoción del momento casi no le prestábamos atención, estábamos en otra cosa, mirando la pelota que nos acababan de dejar en el comedor, en el que había instalado un árbol de Navidad. La infancia, cualquiera lo sabe, es un mundo en el que caben increíbles hazañas realizadas por seres maravillosos. Algunos adultos se regodean haciendo más bellas esas creencias a los ojos de los niños. Y hay almas que se creen en la obligación de bajarlos de ese mundo, traerlos a este plano, hacerles morder el polvo de la realidad, en una palabra. La tarde anterior, después de la merienda se empezaba a...

RELATO El reflejo en la represa

"Luna de sangre", de Hugo Argañarás Cómo fue que mi abuelo me llevó a conocer mujer y lo que sentí cuando la vi por primera vez Era el padre de mi mamá y desde chicos fuimos muy unidos, cada verano, unos días antes de que terminaran las clases me iba al campo con él. Éramos felices. Al otro abuelo no lo conocí, murió antes de que yo naciera, un hombre importante, político que todavía se menta en la familia como hombre honesto y que dejó muchas obras en Tucumán. Mi abuelo materno era alguien sencillo: leía novelas policiales, le gustaba comerse una tumbita todos los días y montaba un caballo bayo melón. Todos los días me acuerdo de él, algunos más, otros menos, pero no pasa uno sin que algún pensamiento vuele hasta aquel tiempo en que el mundo era potrillo. Tenía unas maneras serias, pero era chistoso, alegre, bonachón, no tenía mal día. Le cuento, una vez vino a verlo un señor de La Isla, no recuerdo el apellido, dijo que quería hablar con él. Lo recibió todo compuesto, serio...

PELÍCULA Vidala

Vidala, el superhéroe santiagueño Una cinta para amantes de los superhéroes santiagueños: trata de un muchacho nacido y criado en el barrio 8 de Abril La última película del Universo Marvel, “Vidala”, fue filmada íntegramente en escenarios santiagueños, empieza mostrando a un muchacho que anda de noche y se hace llamar Vidala, justamente. Ahí se conoce que es nacido y criado en el barrio 8 de Abril. Es un superhéroe a la manera antigua, nada más que este es un apasionado por la música folklórica, que se pasa las horas tocando la guitarra en la calle. Su vida cambia cuando su abuelo, un famoso cantante de chacareras, que supo ser segunda guitarra de los Tobas y animador de farras varias y diversas es muerto por un grupo de villanos que pretenden apoderarse de su legado musical (hay otro grupo de villanos, que son dueños de la organización del mal Sadaic, capos máximos de la villanía de la escena musical nacional, pero en esta película son dejados de lado, quizás con la intención de arma...

ANIMALES Un perro discreto

Imagen de ilustración El Sultán fue u perro emblemático durante los veranos de la infancia, cuando íbamos de visita a la casa del abuelo Nada hay más aburrido que los cuentos de los perros de los otros, las gracias, los saltos, los juegos. Quizás adelantándose a esos cuentos, el Sultán era un perro discreto, sin ninguna otra destreza ni habilidad a la vista, más que acompañarnos a todas partes, eso sí, siempre que sospechara que no íbamos muy lejos, porque si no, se quedaba, supuestamente a cuidar la casa. Lo teníamos desde cachorro, cuando tío Eulalio lo trajo de o sé dónde, diciendo que era cruza con policía. —Sí, con policía secreto —dijo entonces mi abuelo. Porque la verdad es que no se parecía en nada a los modelos originales. De todas maneras, no tardamos en adoptarlo y quedó durante muchos años como perro dueño de casa. Con él convivieron varios, el Gagarín, también aportado por el tío Eulalio, que cuando le preguntamos si tenía algo de ruso, respondió que era primo muy cercano ...

FOKLORE La doble hoja con mango

Prestobarba A esta altura del siglo XXI nadie dice, refiriéndose a una mujer, en un baile: “Churita mi buena moza, balanceandó la pollera”, y de eso trata esta nota A quienes les gusta el folklore y se aburrieron de oir siempre lo mismo, lo mismo, lo mismo, aguaitan al menos una chacarera que hable de las mujeres como maestras, como empleadas de la municipalidad, como abogadas, como cocineras de bar, enfermeras, empleadas de tienda, empresarias, médicas, ¿Por qué todas las mujeres de las canciones supuestamente de tierra adentro tienen en sus letras sólo a pobres viejitas que viven en el monte criando hijos y revolviendo el agua para la mazamorra? ¿Acaso los folkloristas no son modernos, sus madres son todas amas de casa, sufridas, con sabañones de tanto lavar la ropa con agua fría en invierno, y lo único que hicieron en la vida es atender a los hijos, al marido, la casa? Los folkloristas son gente moderna, como que usan micrófono, tocan la batería y la viola eléctrica, muchos se viste...

OBITUARIO Carlos Verón

El Bobadal, en una fotografía tomada de Google Un recuerdo para un primo que he querido mucho y que murió este año después de un tiempo en un sanatorio Lo he querido mucho a mi primo Carlos Verón, hijo de María Juárez, que a su vez era hija de mi abuelo Emiliano. Tipo simpático, querible, de sonrisa franca y manos siempre abiertas para ayudar a los vecinos, vivió siempre en El Bobadal, departamento Jiménez, Santiago del Estero. Era el chofer de la ambulancia del hospital, el que traía los enfermos a Santiago o los llevaba a Tucumán. Ya he contado otra vez cómo nos conocimos. Era, de entre todos los nietos de mi abuelo, el que, en su juventud más se le parecía. Usted veía caminar a Carlos y ahí estaba mi abuelo. En eso eran igualitos. Mi abuelo nunca la reconoció a la tía María, que tenía la voz medio ronquilla de los Hernández, no sé, razones habrá tenido. La última vez que anduve en El Bobadal fue en Año Nuevo. Fuimos con mi familia el 31 y volvimos el primero de enero. Aproveché un r...

SANTUARIO La última sandía

Sandías modernas Fue la última vez que estuvimos todos, cerca de un calicanto celeste con un cielo verde de paraísos a la vuelta Aquella vez fue la última que comimos una sandía todos juntos, detrás de las cañas huecas, el santuario de la mesa blanca y redonda de la que eternamente colgaba un abridor de cocacolas. Estaba terminando de marchitarse la abuela, queríamos verla fuerte y linda como había sido siempre, pero sabíamos que eso no era posible. Esa última vez agarró una pala para abrir una canaleta que llevara agua hasta las plantas más allá de la pileta de lavar, hizo unos centímetros y un nieto se la quitó, igual quedó feliz: “Todavía estoy fuerte”, dijo. Queríamos creerle y, por supuesto le creímos. Era una siesta como tantas otras, ¿ha visto?, el calor apretaba, pero en casa no hablábamos de esas cosas, no pregunte por qué, porque no lo sé. O sí lo sé, mi padre decía que lo que no se nombra no existe, por eso no andábamos todo el día quejándonos de la temperatura. Era una sand...

TANGO Fue un sueño nomás

Paciencia, tango Si hubiera una máquina para recuperar las voces del pasado, quién sabe qué palabras rescataría cada uno En la década del 60 circulaba el rumor de que era posible recuperar, por medios electrónicos, las voces perdidas en tiempo. El asunto fue tema de conversación en asados, en las casas a la hora del almuerzo, en la escuela, en la calle. Imaginesé, algunos dijeron que querían oir de nuevo la voz del abuelo, de una tía, averiguar cómo sería la voz de un pariente desconocido. No faltó el que dijo que, si ese invento se perfeccionaba, sería posible recuperar la voz de nuestro señor Jesucristo, ¡epa, amigo! En ese tiempo muchas cosas que parecían al alcance de la mano, jamás llegaron y otras que ni siquiera se imaginaban, hoy son el pan nuestro de cada día. Había ingenieros electrónicos que sostenían que era posible pensar algún día, en tener un teléfono en el auto, como el de James Bond, pero era un sistema tan caro que ni valía la pena pensarlo. A principios de la década ...

CHIQUILLADA El Káiser

Imagen de archivo Cómo cazar un duendecito de la siesta, qué ponerle de cebo, dónde llevarlo una vez que se lo pilló: detalles en este relato De agosto a diciembre, antes de las lluvias, sabían formarse remolinos en los cercos resecos del pago. Ese año el abuelo nos contó que a la siesta salía un duendecito muy pequeño y muy pícaro, negrito y fierito, que le gustaba burlarse de la gente. Decía que era del tamaño de un puño nuestro y también muy rápido. —¿Podemos trampear uno?— le preguntamos. —Pueden, pero es muy difícil que lo pillen. —¿Qué le gusta comer? —Dulce de batata. —¿Con queso? —No, sólo. Con Eufemiano, mi hermano, nos dimos a la tarea de construir una trampa para el duendecito que vivía en los remolinos de la siesta de la siempre polvorienta y reseca primavera santiagueña. La de las urpilas no iba a servir, demasiado livianita, además si era pícaro saldría por debajo. Si le poníamos un frasco con pesas encima, en una de esas se ahogaba y se moría y no queríamos matarlo sino ...

BOSQUE Luna de plástico

La Radiosol Qué sucede cuando un buen día se camina por lo que antes era un ambiente natural y se ha convertido en algo artificial Esa mañana que salí a caminar por una finca cercana, recordé la nochecita en que una fila de sapos se apiñaba contra la pared de la casa buscando algo para comer. Entre galletitas Criollitas con picadillo en lata, mi abuelo se acordó de que, si por un acto de magia se mataba a todos los sapos del mundo, los insectos taparían el sol hasta que el día se hiciera de noche. Mi abuela dijo que también había otros animales que comían insectos. Como los murciélagos, algunos pájaros, las gallinas. También supe que los animales más grandes se comían a los más chicos y a los más débiles y esos débiles se comían a otros más pequeños, esos a su vez a otros más diminutos y así hasta llegar a los microbios, que comían a todos, incluidos los más grandes y vuelta a empezar. Esa vez, sentado en la sillita azul que luego fue pasando a mis hermanos menores, me quise percatar, ...