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Mostrando las entradas etiquetadas como Modernidad

PAGO Llegó la modernidad, carajo

Imagen tomada por el huyamampeño Jorge Llugdar Cuáles fueron las señales que anticiparon el cambio del lugar de la infancia, qué hace ahora la gente en esos pueblos Una de las primeras señales que tuve de que el pago de la infancia había cambiado, fue cuando me di con que habían sacado los palenques para atar los caballos en los almacenes de Balcedo, Ulises y la tía Tutu. Al desmontar me hallé desconcertado, mareado, ¿cómo puede ser?, me preguntaba. Tuve que atar el mancarrón en un poste de luz porque la modernidad llegó con tanta fuerza que —me contaron después— mucha gente se sentía ofendida si hallaba señas de lo que había sido enantes el pueblo. Todavía hoy los viejos se enojan cuando se les recuerda que en aquellos tiempos vivían tras los ancochis en un caserío desperdigado por aquí y por allá, sin calles trazadas y carros tirados por mulas pasando por lo que ahora vendría a ser el centro, a la vuelta de la cosecha de caña de Tucumán. Oiga bien, en un lugar rodeado de un bosque in

TIEMPOS Alma viajera

Calle Congreso,Tucumán Cómo hay que hacer para acomodar el espíritu a los nuevos tiempos que han llegado, desbaratando un orbe antiguo y con Dios en el centro Alguna vez alguien lanzó la teoría de los cambios fundamentales de la vida se deben dar gradualmente para acostumbrar el alma a los nuevos tiempos, la nueva situación, el horizonte de llegada. Durante varios siglos el hombre viajó de a caballo, animal que lleva la velocidad necesaria para observar con detenimiento el cambio del paisaje y permitir al espíritu hacerse a la idea del real al que llegará. Para ir a Tucumán nomás, unos 170 kilómetros por la ruta 9, serían necesarios, sin reventar los matungos, o cambiando en el camino, a la manera de las postas antiguas, dos días y medio, pongalé tres. En un día llegar hasta cerca de Las Termas de Río Hondo, el segundo hacer noche en el arroyo Mista y el tercero a Tucumán, siempre que el cuerpo aguante, ¿no?, porque es duro tanto trajín, como le dirá cualquiera que sepa de caballos. Ah