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Mostrando las entradas etiquetadas como Morcilla

ESPECTÁCULO La morcilla y los gallos

Combate de gallos de pelea La riña es uno de los espectáculos más representativos de la cultura popular santiagueña; la cría de estos animales es una actividad noble y pura No hay espectáculo más representativo y particular de la cultura popular santiagueña que la nunca bien ponderada riña de gallos, ya sea campesina o en pleno centro de cualquier ciudad, de Selva a Villa Nueva Esperanza, de Monte Quemado a Frías. Entre sus próceres figura el Ciego Montaldo, de Tucumán, y quienes han tenido la dicha de conocerlo, dan fe de que pedía silencio en las paradas para sentir cómo iba peleando sus animales. Por ahí afirmaba: "Ha pegado el mío" y era la pura verdad. Tanto era el cariño sincero que les profesaba, que los conocía por el sonido que hacían al toparse. En casi todos los pueblos del oeste santiagueño, los gallos figuran entre las aficiones más arraigadas de la paisanada, que deposita en ellos un amor puro y trasparente con el solo afán de extraer lo mejor de cada uno de ell

GASTRONOMÍA Ninguna parrillada como El Vasco

El Vasco Servían dura carne de mamut, chinchulines gomosos  y chorizos recalentados No habrá ninguna igual, no habrá ninguna. Ninguna otra parrillada asegurará a los comensales, como “El Vasco” o “El Vasco Junior”, como se llamaba al final de su vida, una carne de mamut lanudo tan dura, unos chinchulines tan gomosos, chorizos recalentados del mes pasado y morcillas que quién sabe de qué parte, de qué animales, de qué cosas muebles o cristianos estarían hechas. Para no hablar de la pésima atención de los mozos, que, en la Libertad y Pringles de Santiago del Estero, brindaron mediodías y noches memorables, puteándolos sin parar, avivando las úlceras, haciéndolas sangrar, con la mujer pateándote por debajo de la mesa: “Si sigues así, no salimos más un sábado, pórtate bien, pareces un chico”, al tiempo que espantaba las moscas o tinquiaba una pícara cucaracha que le hacía burla desde la mesa, mantel de hule con más grasa que sopa de lechón. Ningún otro lugar de Santiago será nunca más, tea