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Mostrando las entradas etiquetadas como Boliche

BOLICHE Soledad

Pintura gauchesca de Molina Campos “Luna Cautiva” cantaba esa mujer en un aparato de radio y pensó que había sido una injusticia que el Chango Rodríguez tuviera que ir a la cárcel por eso En un aparato de radio del mugroso boliche comenzó a sonar “Luna cautiva”, cantada por una tal Soledad. Pensó que era injusto que el Chango Rodríguez hubiera tenido que ir a la cárcel sólo para que cincuenta años después la entonaran revoleando un poncho, como cualquier cosa. Lo mismo que esos otros que había sentido por la radio “Los Nocheros”. Quizás  había sido una suerte para los grandes folkloristas de Salta haberse muerto a tiempo para no oírlos cantar con voz de bolero sus inmortales creaciones. Iba a pedir que apagaran la radio, pero temió molestar al resto de los parroquianos, acostumbrados a eso que el mundo moderno llama “música de fondo”, como si creyeran que viven en una película y son los cowboys. “No es que cante mal la chica esa, no, quién soy para dictaminarlo”, pensó. La cuestión es

FÁBULA La carrera del suri y la tortuga

Suri  Se cuenta la historia de una cuadrera famosa en el pago y se reflexiona sobre la importancia de leer buenos libros Cuando se habla de la importancia de la lectura pocas veces se tiene en cuenta que leer sirve para cuestiones prácticas, para asuntos de todos los días. Son paparruchadas eso de que con la lectura se ennoblece el alma, se eleva el espíritu, se fortalece la voluntad y blablablá. Es decir, algo de eso hay, pero no es lo principal, lo mejor que tiene leer buenos libros es que casi siempre significa una trascendental aprehensión de conocimientos prácticos. En el pago cuentan la historia del suri y la tortuga, animales que allá al menos, son tenidos como puntas en la escala de la existencia. Uno, el suri, alto, elegante, rápido y muy engreído, un bicho pagado de sí mismo, arrogante, soberbio, altanero, palangana. Cada vez que pasa por un lugar del bosque lo reverencian los demás, desde el temido león hasta la hermosa y ágil corzuela, desde la taimada víbora cascabel has

LEYENDA Por qué los perros cazan quirquinchos

Chamamé de Pastor Luna C ómo era antes la vida de estos animales y por qué cambió todo: una historia increíble Por las mañanas suelen cantar cerca de mi casa los quetuvíes, alguna paloma lanza su arrullo al viento, un pájaro carpintero pasa por la higuera del vecinoo, sonidos que regresan el pago aquel, allá lejos y hace tiempo, como dicen. Y a un recuerdo del viejo Andrés Melián que, una tarde de un invierno de antes, me contó la triste historia del quirquincho. Vivía con su señora, tranquilo, en el pago, no molestaba a nadie y nadie lo caía en cuenta; tenía una casa limpia, siempre aseada, bien puesta, arreglada y prolija. Los hijos le salieron lindos, parecidos a ella, que era la flor del pago. Én verano él salía todos los días a labrar postes. Para el tiempo de la zafra, se iba para Tucumán, cargaba sus cositas y se marchaba con la familia a pelar caña. Así todos los años, de abril a setiembre. Hasta que los chicos se hicieron grandes y la maestra le pidió que los dejara en el pago

VERÍDICO La otra historia del Linyerita

La versión folklórica de la leyend a Cómo y por qué murió una persona que luego se transformó en un querido recuerdo santiagueño Él le pegó en la nuca con una barra de fierro. Fue un golpe fuerte, seco. Se oyó como si se quebraran las ramas de un árbol. Supimos que mientras iba cayendo ya estaba muerto, se derrumbó como una bolsa de papas. Le revisé los bolsillos, le saqué la plata, hurgué a ver si tenía algo más, un papel, una billetera, la libreta de enrolamiento, nada. Hicimos la repartija, era mucho dinero, pero mucho, ¿eh?, todo en billetes grandes. Habíamos estado tomando en un boliche cerca del club Comercio, frente a la vía. Todos los jueves íbamos. A mi compadre el lugar lo hacía acordar a una morocha que vivía por ahí cerca, no le dije nada nunca, pero también me acordaba muy bien de esa morocha querendona del Huaico Hondo. Entonces llegó ese hombre, pidió permiso para entrar, el cantinero le dijo que dejara afuera los perros. Hizo caso, saludó a la concurrencia, se sentó en