Estatua en su honor De qué manera se van entrecruzando relatos hasta formar una historia distinta La viejita vivía en una pieza que le habían construido los nietos, en el fondo de la casa, en el barrio Ulluas. Doña Macarena Coria, estaba sorda de un oído y se manejaba con un bastón de caña. Me esperaba arreglada y una nieta, señora grande ya, me advirtió que se había puesto linda para recibirme. “Digalé un piropo”, me pidió. Y se lo dije: “Me habían avisado que iba a entrevistar a una vieja, pero me topo con esta señora joven y de yapa, muy linda”. Había ido solo, en mi motocicleta. Y bueno, ahí estaba. Me contó que era de Barranca de los Coria, un lugar cerca del Salado. Se había criado como todos los chicos de ese entonces, yendo a la escuela. Trabajando con sus padres y hermanos más un montón de primos, en aquel caserío. Cuando se hizo mocita, empezó a ir a los bailes. Le gustaron. Y se hizo bailarina. A todo esto, ya habíamos tomado varios mates y a empezaba a tallar la noche. Juga
Cuaderno de notas de Santiago del Estero