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Mostrando las entradas etiquetadas como Chinchulines

CUENTO La chica del frente

Ilustración “Empieza a salir la carne y todos se acomodan en sus lugares, tres o cuatro caballetes sosteniendo una tabla y las sillas del comedor” Todo va bien hasta que llega la chica. Está invitado a comer en lo de los López. Asado en el patio de la casa. Repasador al hombro, gran cuchillo de cocina en una mano, el viejo López da vuelta las costillas, vigila los chinchulines, fiscaliza el chorizo, la parrilla bajo control. No es el único invitado. Hay otra gente también. Cumpleaños de doña Rosaura, la esposa del viejo López. Hay quesito y salamín para ir picando mientras se terminaba de asar la carne. Las conversaciones son las de siempre, los amigos que ya no están, el tiempo loco, que un día llueve y al día siguiente hay un sol rajante, el último chisme, algo de política, asuntos banales. Empieza a salir la carne y todos se acomodan en sus lugares, tres o cuatro caballetes sosteniendo una tabla y las sillas del comedor. Están empezando a comer cuando llega la chica, que había estad...

PARRILLA No habrá ninguna igual

El Vasco de Santiago La parrillada “El Vasco”, de Libertad y Pringles en Santiago, fue una fuente inacabable de mala atención y carne como piedra, hasta que se terminó No habrá ninguna igual, no habrá ninguna. Ninguna otra parrillada asegurará a los comensales, como “El Vasco” o “El Vasco Junior”, como se llamaba al final de su perra vida, una carne de mamut tan dura, unos chinchulines tan gomosos, esos chorizos recalentados del mes pasado y morcillas que quién sabe de qué parte, de qué animales bípedos o cuadrúpedos, plumes o implumes, artrópodos o reptiles del vasto bosque santiagueño estarían hechas. Para no hablar de la pésima atención de los mozos, que en la Libertad y Pringles solían brindar mediodías y noches memorables, puteándolos sin parar, avivando úlceras, haciéndolas sangrar sin ranitidina ni ningún omeprazol a la vista para calmar tanto ardor estomacal, tanta furia. Ningún otro lugar de Santiago será nunca más teatro de tantas reincidencias: siempre terminábamos diciendo ...