Jorge Fonatana, Cacho Las redes de internet, hijas de la caja boba, son infinitamente peores para conocer la verdad de lo que está sucediendo en el país o en el mundo La televisión de Buenos Aires tenía en un principio, grandes locutores y presentadores, casi todos llegados de la radio. Consideraban que tenían la obligación de educar, antes que informar y entretener. Evitaban las groserías, las palabras soeces, los chistes de doble sentido sexual. Mujeres y varones se presentaban correctamente vestidos, sin despreciar a la audiencia vistiéndose con zapatillas, prenda que remite a deportes y por lo tanto a sudor y malos olores. Mucho menos calzándose zapatillas si se habían puesto saco y corbata. La televisión, era —es, todavía— imagen y movimiento y por lo tanto debía dar la impresión de pulcritud, buen gusto, elegancia. Respeto por quien estaba mirando del otro lado. Un buen día se dio vuelta la tortilla, es decir ya no se consideró que la pantalla debía mostrar un cuadro de lo que la
Cuaderno de notas de Santiago del Estero