La Nóblex Siete Mares En un tiempo las radios fueron un maravilloso artilugio que traía la modernidad: abría la cabeza a realidades distintas al otro lado del mundo La Nóblex “Siete Mares” fue quizás el primer aparato tecnológico del mundo moderno que hubo en casa, después de la olla Marmicoc, por supuesto. Maravilla de la ciencia, pues servía para oir la Eleveonce y Radio Nacional de Santiago del Estero, y cualquier otra emisora alrededor del ancho mundo. Traía un mapita y una especie de reloj que permitía, poniéndole la hora local, saber qué hora era, en ese mismo instante, en Pakistán, Barcelona, las Islas Maldivas, El Cabo. Uno sabía si allá eran las 8 de la noche, las tres de la mañana, el mediodía, a la misma hora que Santiago dormía la siesta. No solamente eso, con un poco de suerte se podían sintonizar radios de lugares lejanísimos, en idiomas completamente desconocidos, en olas que traían clarita la transmisión y luego la perdían. Era suficiente para considerarse un moderno vi
Cuaderno de notas de Santiago del Estero