Imagen de ilustración nomás Un asesinato conmueve a la gente de un pueblo chico, hay mucha curiosidad por volver a ver a los hijos, que se marcharon hace muchos años Alguien mató al viejo Antonio de una certera cuchillada en el corazón, asestada con toda la furia. Fue una fría tarde de julio, justo el día en que el Estrella del Norte pasó por última vez por la estación. No faltaron los que calculaban que quizás el asesino ya andaba lejos, huyendo en ese tren, a la hora en que apareció el cadáver. “El matador se fue tranquilo porque sabía que no lo descubrirían”, dijeron los vecinos. Las malas lenguas también opinaron que la policía no haría mucho por descubrir al autor del crimen porque el muerto había sido mala persona. Recordaron la vez que Sofanor Jiménez, el agente de policía, un pan de Dios y uno de los vecinos más caracterizados, fue a venderle una rifa y lo sacó carpiendo: —¡Qué me vienen con sorteos ni qué niños envueltos! —dicen que dicen que le gritó desde la puerta, cuando s
Cuaderno de notas de Santiago del Estero