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Mostrando las entradas etiquetadas como Morocha

CUENTO Mishi mojado

Imagen de ilustración Esa noche no supo que estaba tratando con un tipo que era un cuatro de copas cualquiera Conformate. Es lo que hay. Parecía un mishi mojado. Sus ojos brillaban bajo el aura amarillenta de las luces de la Belgrano. Me pidió fuego. Le dije que fumar era de lo único que me arrepentía en la vida. Había dejado el vicio hacía mucho. Si viviera de nuevo haría todo de la misma manera. De principio a fin. Me mandaría las macanas de la juventud. Todas. Una por una. Menos fumar. Ella dijo “qué discursito”. En su voz había algo que me punzó el corazón. Me picoteó el alma. Ella andaba por la mitad de la tabla. Entre los treinta y los cuarenta. Morocha linda. Yo pasaba los cincuenta. Largos. Un amigo dice que hay una ínfima cantidad de chicas a las que les gustan los hombres mayores. Mucho mayores. Decrépitos. O casi. El asunto es hallarlas. Saber cómo detectarlas. Con dos o tres preguntas te das cuenta. O te miran como tío viejo o te toman como amigo sin complicaciones. El asun

DIÁLOGO PLATÓNICO Elogio de la esclavitud

Belgrano en su caballo entero Algunas veces la conversación en las confiterías de Santiago se pone picante, aunque usted no lo crea “La esclavitud fue un gran paso en la historia de la humanidad”, larga en la mesa del Barquito, Cacho Gómez. “¡Eh!, no digas eso”, le responde Albertito, pero el resto ni lo mira. Los muchachos saben que Cacho siempre lanza   algún bolazo, esperando que alguien pique y trenzarse en una discusión de las buenas. —Está bien que te guste provocar, pero no puedes decir eso, es casi un pecado— suelta Albertito, creyendo que todo va a quedar ahí nomás. El otro está serio, observa al resto, como si preguntara: ”¿No es evidente lo que digo?”. Pero siguen sin mirarlo, saben la que se viene y prefieren quedarse callados, además, justo en ese momento está pasando una morocha por la vereda. Mirá si van a preferir una discusión, antes que disfrutar del paisaje. Cacho sigue: —Suponte que hay una guerra contra el Uruguay. —Ahá— dice el otro. —Y ganamos… —… ¿eso qué tiene