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CUENTO Mishi mojado

Imagen de ilustración

Esa noche no supo que estaba tratando con un tipo que era un cuatro de copas cualquiera


Conformate. Es lo que hay. Parecía un mishi mojado. Sus ojos brillaban bajo el aura amarillenta de las luces de la Belgrano. Me pidió fuego. Le dije que fumar era de lo único que me arrepentía en la vida. Había dejado el vicio hacía mucho. Si viviera de nuevo haría todo de la misma manera. De principio a fin. Me mandaría las macanas de la juventud. Todas. Una por una. Menos fumar. Ella dijo “qué discursito”. En su voz había algo que me punzó el corazón. Me picoteó el alma.
Ella andaba por la mitad de la tabla. Entre los treinta y los cuarenta. Morocha linda. Yo pasaba los cincuenta. Largos. Un amigo dice que hay una ínfima cantidad de chicas a las que les gustan los hombres mayores. Mucho mayores. Decrépitos. O casi. El asunto es hallarlas. Saber cómo detectarlas. Con dos o tres preguntas te das cuenta. O te miran como tío viejo o te toman como amigo sin complicaciones.
El asunto es no confundirse. Para no andar dando vueltas detrás de algo que puede ser imposible. Que no digan que uno es un viejo verde. Hacerles creer que las confu
ndidas son ellas. Si le sirve como consejo. Digo.
Amores de Quimera. A veces las dificultades para escribir una historia exceden lo técnico. Están más allá de la sintaxis. La ortografía sirve hasta por ahí nomás. Después es cuestión de hacerse entender. Con las armas que hay. Para entender esta historia hay que seguirla hasta el final. O va a quedar con la duda Haga lo que quiera. El que no lee porque no quiere es peor que el que no sabe leer. Mark Twain es el autor de la frase. Tenía razón.
Dijo que se llamaba Sofía. Un novio la había dejado hacía unos días. Un hijo de puta. Andaba sola. Igual que yo. Que no tenía palenque ande ir a rascarme. Ni mujer que me aguante. Ni casa propia. Ni perro que me ladre. Me arropaba el sueldito de municipal. Nada más.
Dijo que andaba desocupada. Vivía en una piecita que le prestaban en la calle Garibaldi. Pasando Rentas de la provincia. Pero no daré más datos. Para no deschavarla.
Cada cual halla lo que anda buscando. A veces sin preguntar. Cree que va topando la vida. Y el mundo es una máquina arrolladora que lo lleva puesto. Sin darle opciones. Aguantá y morí callado. Siempre he sido un cuatro de copas cualquiera. Con esa sola carta me las ingenio. ¿Cómo que para qué? Para salir adelante sin davueltar las cartas de los otros jugadores. Sin hacer trampas. Con la falsa dignidad de los estúpidos. Qué le va a hacer. Uno nació así y a esta altura del match no va a cambiar.
Esa noche me pidió que le dejara cien pesos sobre la mesa de luz. “Para el alquiler”. A veces un amigo tiene razón. Otras ocasiones se equivoca. Dice “lo posible es amigo de los desesperados”. Pero quién sabe.
Escribo en un obscuro cibercafé del centro de Santiago del Estero. A la máquina no le funciona la coma ni el punto y coma. Hay que agradecer lo que ofrece la vida. O morir en el intento. Conformarse. Digo yo. No sé usté.
©Juan Manuel Aragón
A 15 de marzo del 2024, en Garibaldi y San Martín. Olfateando recuerdos

Comentarios

  1. Me gusta Juancho...tiene tintes de Cortázar..y de ZOCO ROSEMBERG. .es tu estilo...cosa que no es fácil lograr...( Severo GALVÁN)..

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  2. Linda historia está del chófer sin huma.( cabeza en Quichua) JUANCHO QUERIDO...sobre todo porque se le puede ir agregando más elementos sin peso de conciencia...( SEVERO GALVAN )

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  3. Buen cuento. A propósito, la chica protagonista, es como la que aparece arriba ?

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