Estación de Serodino Este cuento tiene varios años, creo que se publicó en una revista y en un sitio mejicano que no existe más: supongo que le gustará a mis lectores, pero si no, háganlo saber abajo, en los comentarios Entonces la Gorda sacó un sánguche de milanesa, me miró y me dijo si no quería. En ese tiempo yo era flaquito, nada que ver con lo que soy ahora y la vida era pura esperanza, no desilusión como después. Le dije que sí, por favor. Y sacó otro enorme sánguche, milanga frita, mucha mayonesa, pan francés crujiente, y me convidó. Lo miré durante un larguísimo instante y lo comí entero, antes de que la Gorda llegara a la mitad del suyo. Y me dormí. Debo haber roncado, siempre ronco, desde chico, según mis hermanos, que algunas noches se desesperaban sin dormir a causa de mis ronquidos. Y esa noche también. El jueves a la tarde me tomé el Estrella del Norte, que ya venía atrasado de Tucumán, en la estación de La Banda. Llegué el viernes a eso de la una de la tarde, calor de bo
Cuaderno de notas de Santiago del Estero