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Mostrando las entradas etiquetadas como Corzuela

PAGO Volvé vos, si quieres

Ucle solitario en una foto de "Segundo Sombra" Algunos recuerdan el pago con nostalgia, los momentos de felicidad, la infancia, los juegos, y hasta dicen que quisieran regresar El hombre se acuerda de los tiempos de chango, quiere volver a su casa, en medio del monte, lejos de la civilización, el ruido de motores, las preocupaciones. Era feliz, dice. Le gustaría ver de nuevo a su madre trayendo el tacho con agua en la cabeza, a su padre volviendo con el hacha al hombro y quizás una charata, una perdiz, una corzuela que cazó con la escopeta atada con alambre, con la que tantas veces suplió la falta de proteínas en su casa. Pagaría lo que no tiene por regresar a esa época, cuando casi se les murió una hermanita, mordida por la víbora que, si no andaban de casualidad esos cazadores de Santiago en una camioneta, se moría en el camino; el pueblo quedaba a escasos 20 kilómetros, pero primero había que pillar la mula, atarla al sulky y encarar al trote tendido por la huella. Añora e

RELATO Corzuela

Imagen de archivo Una sencilla historia de lo que pudo haber sucedido y no fue “Venga a saludar al hombre”, le dijo el tío y ella, morena corzuela asustadiza, caminó con ese andar de las mujeres en edad. Cuando se la presentaron le contaron también que la estaban terminando de criar porque la madre había fallecido y el padre la había dado, algo común en el pago. Después volvió varias veces, ella lo saludaba con un beso en la mejilla y él se hacía el sorprendido: “¡Cómo le va!”, le preguntaba como si recién la viera. “Bien, gracias” decía ella. Y era todo. Andaba callada por la casa y el otro debía hacer un esfuerzo para no mirarla, para no denunciar lo mucho que le gustaba. Pero cuando uno llegaba a una casa como amigo del tío, por esos tiempos al menos, no podía pasar a la categoría de novio de la sobrina, así nomás, de sopetón, como quien dice. Quedaba mal. Es posible que hasta le quisieran echar los perros. Después dirían: “El hombre venía haciéndose el qué y míralo vos, había sabid

ANIMALES La biblioteca y la televisión

El zorro y sus libros A continuación, una explicación sobre las posibles causas que llevaron a la destrucción del bosque Eran cosa seria las bibliotecas del pago, cuando estaba repleto de animales. Mi mamá sabía decir: “Si quieres conocer cómo es una familia, pedí permiso, vete al baño y observalo, pero si quieres saber cómo piensa, mirá su biblioteca”. En la casa de los leones había libros que explicaban cómo cazar corzuelas, terneros, potrillos, cabras. En la casa de las corzuelas no faltaba el ejemplar del famoso texto “Yo escapé del león y le cuento cómo hice”. Tampoco faltaban la Historia Argentina de José María Rosa, diccionarios, una o dos enciclopedias, novelas, revistas y hasta colecciones de Selecciones del Reader Digest, según los particulares gustos de los dueños de casa. A cualquiera le bastaba un golpe de vista para darse cuenta de los pensamientos literarios, políticos, sociales, económicos del padre de familia. Nunca necesité ir al baño. Eso que mi madre decía que no e

HISTORIA El león herbívoro

León americano (Puma concolor) “La señora nos ceba mate que acompañamos con chipaco, pero hechos con margarina, sin chicharrón” El pago ya no es lo que era, las palomitas no bajan a la represa a tomar agua, sino que van al boliche y piden una Secco Pomelo, las acatancas se rebelaron: no quieren andar empujando mierda, han formado un sindicato y piden camiones para llevarla, los chanchos del monte hacen manifestaciones: quieren que los quimiles vengan sin espinas así los comen más tranquilos. Y mi amigo León, ya no caza corzuelas ni potrillos ni cabras, se volvió vegetariano convencido por la hija Leoncita. Cada vez que voy al pago lo visito, antes me contaba de sus cacerías, pero dejó esas viejas costumbres, vendió la escopeta y ahora es fotógrafo de la naturaleza. “Qué bien”, le digo, no muy convencido, mientras me muestra la última cámara digital, una Olympus que es una maravilla, vea. “Con esa le tomo fotos a un zorro, a 200 metros de distancia y es como si estuviera aquí al ladito”

CACERÍA Un cartucho para tanta corzuela

Corzuela en el bosque Apuntas al codillo, detrás de las manos del bicho, donde hace un nido el corazón, sabes que un disparo ahí y caerá redondamente Tienes un solo cartucho cargado en la escopeta. Uno solo. La corzuela te observa con ojos tranquilos, pero también espantados y asustadizos. Llevas una gorra colorada para que te mire, es un bicho curioso, si te ve con ella, te dará un segundo o quizás menos hasta que oprimas la cola del disparador. Pones la carabina contra tu cara y le apuntas, está camuflada entre las ramas, si prestas mucha atención la verás, si no, será parte del paisaje. Es santiagueña, sutil, bella, grácil. Algo le has dicho que le llamó la atención, hablaban de cualquier cosa y, como siempre, en vez de opinar lo que todos dicen, has largado una de tus peregrinas ideas, casi como una gorra colorada o de muchos colores. En esa fiesta, ella es la más bella de la noche y en este momento te mira curiosa. Sabes que tienes unos instantes más para captar su atención, antes

LEYENDA El cumpleaños de la tortuga

Tortuga santiagueña Nota periodística que cuenta en primera persona cómo sobrelleva sus años este animalito de los campos santiagueños Mucho tiempo antes de su cumpleaños 120, la tortuga empezó a organizar una fiesta para reunir a los animales del bosque a acompañarla a soplar las velitas. Organizar un festejo no es fácil, hay que dejar seña en un lugar para reservarlo, contratar el servicio de vajilla, fijarse quién cocinará, mandar las invitaciones, hablar con el que pondrá la música y el fotógrafo, pagar la tasa municipal y preguntar cuánto cobran Sadaic y Aadicapif (o como se escriba), porque si le caen esa noche, le pueden arruinar la joda. Y mil detalles más, decoración, centros de mesa, músicos, ubicación de los invitados. Lo que va a leer al final de esta crónica es un asuntito que excede el folklore, los mitos y leyendas del bosque santiagueño, el omnipresente quichua con el que mezclamos el español nuestro de cada día, el cancionero y esos otros recuerdos del pago que buscan

FÁBULA La carrera del suri y la tortuga

Suri  Se cuenta la historia de una cuadrera famosa en el pago y se reflexiona sobre la importancia de leer buenos libros Cuando se habla de la importancia de la lectura pocas veces se tiene en cuenta que leer sirve para cuestiones prácticas, para asuntos de todos los días. Son paparruchadas eso de que con la lectura se ennoblece el alma, se eleva el espíritu, se fortalece la voluntad y blablablá. Es decir, algo de eso hay, pero no es lo principal, lo mejor que tiene leer buenos libros es que casi siempre significa una trascendental aprehensión de conocimientos prácticos. En el pago cuentan la historia del suri y la tortuga, animales que allá al menos, son tenidos como puntas en la escala de la existencia. Uno, el suri, alto, elegante, rápido y muy engreído, un bicho pagado de sí mismo, arrogante, soberbio, altanero, palangana. Cada vez que pasa por un lugar del bosque lo reverencian los demás, desde el temido león hasta la hermosa y ágil corzuela, desde la taimada víbora cascabel has

CACERÍA La extinción de la corzuela

Retrato de una de nosotras “Antes sabíamos ser muchas más dando vueltas por los bosques, no digo que nos andábamos chocando, pero sí que éramos una multitud” Los cazadores saben que somos muy curiosas, por eso se ponen una gorra colorada cada vez que salen a matarnos. En vez de escapar nos quedamos quietitas, mirándolos fijamente. Si son hábiles, en un solo movimiento levantan la escopeta y ¡pum!, chau corzuela. Tenemos una carne magra, seca y muy sabrosa, los paisanos nos hacen guiso, milanesa y lampreado. Pero cuando nos saben condimentar, las empanadas son las más ricas de todas. Nos dicen corzuela, guasuncha, viracho, guasuvirá, asú virá, masuncho, sachacabra, urina, pero en la Argentina vamos mermando tanto que dentro de poco ya no importará nuestro apodo, si total no quedará ninguna para llamar. El mayor problema que tenemos es el precio de la carne de vaca. Le explico, como todos saben, el campesino santiagueño tiene una dieta rica, sobre todo en grasas, harinas y proteínas. Cu

ESCOPETA El gendarme y su gauchada

Luis Galván "De alguna misteriosa manera, o vaya usted a saber cómo, ese diario cayó en manos del jefe del procedimiento" “¡No me dado cuenta, hermano!”, decía después de que los gendarmes le quitaron la escopeta en la Ruta 34. Tampoco era un arma de lujo sino de esas de un solo caño, atadas con alambre, liviana y práctica, calibre 16, como la que precisa todo buen cazador. Fue una de las últimas veces que anduve por el pago. Le acababa de pasar y me contó la historia con algo de preocupación. Los changos le decían que tenía que haber largado la bicicleta y salido disparando rumbo al monte, ahí no lo iban a hallar más, era su elemento. Total, una bicicleta se encuentra en cualquier baile, pero no es fácil hallar una escopeta en estos tiempos. Claro que lo pensó. Pero eran 50 metros de correr con un arma en la mano, si le daban la voz de alto y seguía, capaz que lo bajaban de un balazo. Mansamente entregó la escopeta y lo dejaron ir. Diga que todavía no había pillado nada, po

COLOR LOCAL El turistaje prefiere el patio de tierra

El patio del Indio Froilán “Las chacareras son las mismas que evocan el pago perdido de antaño, las cabras corriendo al corral por las tardes” Pocas veces he ido al patio de Froilán González. Entiendo el sentido que tiene bailar descalzo o ver cómo los otros bailan sin los zapatos puestos, algo que debe ser emocionante para un turista. Casi como ver a un indio preparando su arco y su flecha para cazar una corzuela o, mejor todavía, saliendo con él a ver cómo la mata. Me imagino lo que debe ser para un hijo o nieto de santiagueños, que aprendió a bailar criollas en Berazategui, Caballito, Bernal, La Matanza, venir a Santiago, sentarse en un asiento de troncos y que un conjunto se largue cantando las mismas chacareras que viene sintiendo desde hace tiempo en su academia. Pero en el pago, en un patio sombreado por algarrobos, un canal pasando al costado, la tonada de sus hermanos resonando por todos lados. Y de yapa, como el suelo está bien regado, que las chicas se larguen a bailar desca

LEYENDA La Madre del Monte

Corzuela De alguna manera se desquita con los cazadores cuando matan más animales de los necesarios Mi compadre Antonio sabía ser buen cazador. No erraba salida. Ocasiones andaba pobre o, como se dice, de la cuarta al pértigo, salía con un solo cartucho para su escopeta del 16. Y siempre volvía con un chancho del monte, una corzuela, charatas, un conejo, lo que sea. De la cosecha de la uva, ese año trajo algo de plata, no mucha, pero sí la suficiente como para darle a la señora para que pague las deudas y comprar zapatillas para los hijos. También le compró una mula al tío Andrés para la zorra. Y una caja de cartuchos, completa, qué felicidad. Una madrugada salieron de cacería con el hijo, el mayorcito, que le decían Changorión. Era entrado el invierno y, como tenían buenos perros, pillaron media docena de quirquinchos. “Ya está, tata, volvamos, con esto tenemos para comer dos o tres días”, pidió el hijo. Si usté no sabe, le cuento, si están bien enseñados, los perros siguen y traen de