Imagen de archivo La vida de algunos transcurre de manera distinta de como la imaginaron, en una ciudad que es la misma para todos y es otra también Una nochecita justificó su pequeño hurto avisándole que la taza de café del Galeón, era el primer objeto del ajuar de la boda. Por esos días se hizo también de un par de cucharitas y una vieja azucarera de vidrio. Después dejaron, se pelearon por cuestiones de excesivos celos de ella quizás, o porque él era muy “ojo alegre”, como sabían describir las madres de antes a las aficiones de cierta clase de infieles. Ella se fue con otro, luego se casó, tuvieron hijos, se separaron y ahora disfruta de los nietos y de una vejez hermosa. El siguió en lo suyo. Ahora tiene dos bandejas profesionales, seis cuchillos, dos docenas de tenedores y seis cucharas de juegos distintos, dos palas para levantar la pizza, tres platos hondos, seis playos, un juego de té, cuatro quilos de sobrecitos de azúcar, un juego de dormitorio completo del que se fue haciend
Cuaderno de notas de Santiago del Estero