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Mostrando las entradas etiquetadas como Caer en desgracia

HISTORIA Cómo era la última monarquía del renacimiento

Militante de la rama femenina Caer en desgracia con el “matrimonio gobernante” era lo peor que le podía pasar a un dirigente juarista A los desmemoriados santiagueños a veces hay que recordarles que el régimen juarista fue cruel y anacrónico, como que, en pleno fin de siglo 20 seguían rolando en Santiago, expresiones porque alguien había “caído en desgracia”, más propias de las monarquías absolutistas europeas del Renacimiento que de un régimen republicano. Caían en desgracia altísimos funcionarios de gobierno, algunos de los cuales habían enfrentado la pobreza más absoluta al irse Carlos Arturo Juárez al exilio y se mantuvieron fieles después, cuando los tentaron con dinero en efectivo, cargos para los hijos, canonjías y privilegios excepcionales. Muchos aflojaron cuando llegó al poder César Eusebio Iturre y aceptaron lo que el Estado tenía para ofrecerles, como permuta para cambiar de lealtades. Otros fueron acérrimos defensores de Juárez hasta en los peores tiempos, cuando en las al

JUARISMO Cuando los santiagueños atrasaban más de 200 años

En una de sus últimas apariciones en público Anécdotas de las normas Iso900 que fueron práctica común durante un largo tiempo en la provincia “Ha caído en desgracia”, decían de uno, durante el juarismo en Santiago. Significaba que había hecho algo que disgustó al “Matrimonio”, como les decían a Carlos Arturo Juárez y su segunda esposa, Mercedes Marina Aragonés, “la Nina”. Al tipo le sacaban los privilegios de que gozaba hasta entonces, el cargo, el auto oficial, la oficina, el puesto que le habían hecho dar a la señora, al cuñado, al hermano. Y, como sucedió a varios, por ahí hasta iba preso durante el tiempo que les diera la gana. Al “desgraciado”, amigos, conocidos, colegas y hasta parientes cercanos le quitaban el saludo, si se sentaba en una confitería pocos se animaban a compartir con él un café, negaban su amistad a los cuatro vientos, nunca lo habían conocido. Si alguien les preguntaba por el reciente “finado”, indicaban que no sabían quién era, no lo conocían. Se hacían los est