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HISTORIA Cómo era la última monarquía del renacimiento

Militante de la rama femenina

Caer en desgracia con el “matrimonio gobernante” era lo peor que le podía pasar a un dirigente juarista

A los desmemoriados santiagueños a veces hay que recordarles que el régimen juarista fue cruel y anacrónico, como que, en pleno fin de siglo 20 seguían rolando en Santiago, expresiones porque alguien había “caído en desgracia”, más propias de las monarquías absolutistas europeas del Renacimiento que de un régimen republicano.
Caían en desgracia altísimos funcionarios de gobierno, algunos de los cuales habían enfrentado la pobreza más absoluta al irse Carlos Arturo Juárez al exilio y se mantuvieron fieles después, cuando los tentaron con dinero en efectivo, cargos para los hijos, canonjías y privilegios excepcionales. Muchos aflojaron cuando llegó al poder César Eusebio Iturre y aceptaron lo que el Estado tenía para ofrecerles, como permuta para cambiar de lealtades.
Otros fueron acérrimos defensores de Juárez hasta en los peores tiempos, cuando en las altas esferas del poder se cabildeaba sobre tumbar de cohetazo al Viejo, para terminar el problema. Pero Manuel Hipólito Herrera Arias, el “Pila”, se mantuvo fiel a Juárez hasta el último día de su vida. Fue un muy correcto y eficiente vicegobernador y presidente de la Cámara de Diputados, cuando Iturre, en los albores de su gobierno, decidió cortar con Juárez. Lo presionaron y lo tentaron de mil formas y jamás aflojó ni un tranco i´pollo.
Pero, años después fue otro de los que cayó en desgracia. Según las malas lenguas, pretendió terciar en una furibunda pelea que tenía “El Matrimonio” (así lo llamaban, como si hubiera sido el único que mereciera tal nombre en el mundo). Ella, la Nina, la esposa de Juárez, lo fulminó desde ese día y cayó en desgracia. Tuvo suerte el Pila en realidad, otros dirigentes también fueron presos después de caer bajo las garras del ángel exterminador del poder de “la Señora”, como si un rayo los hubiera partido al medio.
Nadie los volvía a nombrar, los diarios, que al final de su carrera política estaban disciplinados con su gobierno, evitaban referirse al caído, perdía sus amigos y pocos se querían sentar con ellos a tomar un café en las confiterías del centro de la ciudad. Herrera Arias, un buen hombre que jamás tocó un peso que no le correspondiera, también en esto tuvo la suerte de contar con amigos de fierro, que no le mezquinaron su presencia y lo rodeaban cuando se sentaba en El Barquito a tomar un café, hacia el final de la mañana.
Cuando estaba a punto de dejar el bastón de mando en las manos de César Eusebio Iturre, que asumió el 10 de diciembre del 87, quizás ya sabía que se venía la traición, como que ya lo había abandonado Gustavo Gauna, “Chinga”, que había fungido durante el mandato que comenzó en 1983 como líder de la juventud peronista juarista (la jotapejota, de doble apellido). En sus buenos tiempos el “Chinga”, un hábil, pícaro y escurridizo dirigente había sido el más juarista entre los juaristas. Antes de terminar el mandato de Juárez lo abandonó para convertirse en el más iturrista de todos. Después volvió con el Viejo, pero es otra historia.
Ese noviembre y diciembre, hizo abarrotar el diario El Liberal, con solicitadas de dirigentes, empresarios, funcionarios, diputados, concejales, cantando loas a sus mandatos y prometiendo eterna lealtad al líder y conductor. Muchos de los que publicaron esas ofrendas de fidelidad eterna, en ese momento tenían el pase firmado, la ficha médica cumplida y hasta sabían en qué puesto jugarían en el nuevo gobierno.
Por ahí del 97, me llamó una dirigente de La Banda que organizaba un gran festejo por el Día del Niño. Quería que lo cubriera para publicarlo en el diario y lo leyera “la Señora”. Le dije que sí, pero el domingo era mi día de franco, así que recién saldría publicado el martes. Gracias a mi nota, cayó en desgracia. En alguna parte de una crónica cortita, escribí que esta dirigente lideraba una parte de la rama femenina de La Banda. Dicen que ese día “la Señora” estaba que trinaba.
—Aquí la única líder soy yo, quién se cree que es esa.
Diga que le avisaron a tiempo, porque justo ese martes también tenía una entrevista con la esposa del gobernador, y si acudía podría haber ido presa, la habrían agarrado a carterazos o tal vez algo peor.
Otra, que era funcionaria, perdió su puesto porque circularon fotos con ella en bombacha y corpiño, junto a un hombre que no era el marido. Como todavía no existían las “selfies”, se sobreentendía que había estado en el mismo lugar un tercero o tercera que tomó las fotos. En cualquier caso, toda una degeneración, oiga.
Roberto Eduardo Vozza, “Pupi”, periodista de Canal 7, uno de los mejores de una brillante camada que había comenzado en la vieja LV11, también cayó fulminado. Su error: un día atendió el teléfono de una dirigente de la poderosísima “Rama Femenina” del partido Justicialista. Cuando en ese lapso en que el tubo va de la oreja al aparato para cortar, se le escapó algo así como: “Mirá con lo que vienen a molestar estas pelotud…”. Del otro lado no habían cortado y lo oyeron.
Fue suficiente. Primero quitaron su imagen del aire del canal, salía su voz, dando a conocer algún informe y nada más. Luego lo pusieron de patitas en calle. Ya se habían terminado los tiempos en que los dueños de los medios daban la vida por sus trabajadores. Como les sucedió a muchos, a pesar de que fue bien indemnizado, no supo cómo invertir tanta cantidad de dinero, toda junta. Después le ofrecieron entrar en la radio de la Universidad Nacional y consiguió jubilarse de manera decente.
También hubo jueces que cayeron bajo las garras de la corrección política de aquellos tiempos, las Normas Iso 9000 del juarismo. Ay de quienes se animaban a transgredirlas, les esperaba el exilio interno, el carterazo artero, el insulto soez, proferido por una mujer que hacía muchos años no pivoteaba bien sobre su eje, para decirlo piadosamente. Pero, así y todo, en el 2002, cuando apareció como candidata a vicegobernadora con un ignoto médico, Carlos Díaz, encabezando la fórmula del justicialismo obtuvo más votos que en ninguna otra elección, al menos de este lado de la restauración de la democracia.
De yapa, anote, después de triunfar en las elecciones no asumió su cargo, luego Díaz cayó en desgracia, se hizo cargo del Ejecutivo Darío Augusto Moreno, que era presidente de la Legislatura, hasta que ella tuvo a bien asumir. Al tiempo Moreno también cayó en la volteada.
Repito, escribo crónicas deshilachadas, con el fin de recordar viejos tiempos. Muchos de sus protagonistas viven todavía, otros han muerto, igual que un tiempo que, bueno, malo, mejor o peor, fue lo que construimos los santiagueños.
Yo no estoy libre de culpas, por eso no lo juzgaré ni le tiraré la primera piedra al régimen aquel. Ni la última, obviamente. Pero si usted quiere hacerlo, quién soy para atajarlo. Abajo hay lugar.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Cristian Ramón Verduc9 de septiembre de 2022, 7:05

    Me ha gustado, especialmente respecto al Pila Herrera y a Pupi Vozza.

    ResponderEliminar
  2. Como en la actualidad, pero aggiornada.
    Y para ejemplo basta un botón, caso Alegre......periodismo servil.....y......"yo soy más hdp que Juarez".

    ResponderEliminar
  3. No comparen. Ahora nadie es expulsado por pavadas. Rached y Alegre fueron flagrantes traidores que creyeron, ante la derrota kirchnerista, en elecciones de medio tiempo, podían tumbarlo a Zamora, bien merecida la represalia q tuvieron , al pretender unirse al liberalismo vende patria de Macri , Carrió y etc.. Además Zamora construyó obras, caminos, diques, plantas potabilizadoras, escuelas, hospitales, Diez veces más q Juárez, para no hablar del trabajo q creo al traer indistrias. Así que mejor no comparen, vean el macrismo y adlateres locales si hicieron algo por la Pcia. durante su breve pero cipayo y Vendepatria mandato. He dicho.

    ResponderEliminar

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