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Mostrando las entradas etiquetadas como Alma

SOLEDAD Dulce compañía

Hernán Figueroa Reyes, Solitario Somero análisis de una situación que se repite en la vida de mucha gente, los que están solos y eligen una vida que no es la del común de los mortales Vivir solo cuando es voluntario, no es malo. En algunos casos es altamente conveniente. Estar con uno mismo todos los ratos libres del día no es necesariamente una circunstancia adversa. Uno se acostumbra a los sonidos del propio silencio, siente sus pasos en cada rincón de la casa y decide darse al ocio, al trabajo, a la lectura o a la cuenta de los latidos del corazón. Es tener las riendas de las compañías de los otros, darse cuenta de cuándo buscarse con ellos y en qué momento retirarse sin hacer ruido al cerrar la puerta. Si la calle está a pocos pasos de la casa, hay que saber qué banco de plaza elegir para sentarse a leer un buen libro, tranquilo, oyendo el canto de los pájaros, el rumor de la calle. Por un lado, la vida moderna muchas veces entrega soledad no deseada, a manos llenas, en un mundo re

PREMIO La mano izquierda

Sin pan y sin trabajo. Ernesto de la Cárcova Qué hacer cuando una persona llama a la puerta para pedir comida, cómo actuar ante semejante oportunidad que ofrece la vida Hay asuntos que revuelven el alma y la ponen blandita, fofa. ¿Nunca le han golpeado la puerta pidiéndole alguito para comer? Una llamada de desesperación. Quien lo hace ha perdido toda expectativa de conseguir una migaja de pan revolviendo la basura y no quiere techo, casa, colcha, dignidad o caridad sino solamente alguito para comer, así el estómago le deje de hacer ruido. Es una de las situaciones más desesperantes que es dable experimentar en la vida: haberse quedado sin nada para llevar a la boca y tener hambre. Para tocar el timbre en la casa de un desconocido hay que reconocer internamente que se ha fracasado en la misión más elemental de la vida primero, y luego de algunas cavilaciones, vencer la vergüenza de andar pidiendo por la calle, ¡uf! ¿Cómo actuar? ¿Correr a la heladera, sacar un cacho de mortadela, un p

TIEMPOS Alma viajera

Calle Congreso,Tucumán Cómo hay que hacer para acomodar el espíritu a los nuevos tiempos que han llegado, desbaratando un orbe antiguo y con Dios en el centro Alguna vez alguien lanzó la teoría de los cambios fundamentales de la vida se deben dar gradualmente para acostumbrar el alma a los nuevos tiempos, la nueva situación, el horizonte de llegada. Durante varios siglos el hombre viajó de a caballo, animal que lleva la velocidad necesaria para observar con detenimiento el cambio del paisaje y permitir al espíritu hacerse a la idea del real al que llegará. Para ir a Tucumán nomás, unos 170 kilómetros por la ruta 9, serían necesarios, sin reventar los matungos, o cambiando en el camino, a la manera de las postas antiguas, dos días y medio, pongalé tres. En un día llegar hasta cerca de Las Termas de Río Hondo, el segundo hacer noche en el arroyo Mista y el tercero a Tucumán, siempre que el cuerpo aguante, ¿no?, porque es duro tanto trajín, como le dirá cualquiera que sepa de caballos. Ah

AMORES Bombón exquisito

“Ahora, que no tenemos un héroe vivo ni en la Argentina ni en el exilio, pienso que deberían regresar los tiempos del fin de la infancia” El año que murió el General andaba en segundo de la secundaria, platónicamente embelesado por una gordita a la que una amiga le avisó que estaba enamorado de ella. Complicaciones del lenguaje, no decíamos “tal chica me gusta” sino, porque ya éramos grandes y nos merecíamos un sentimiento supuestamente más profundo, largábamos: “Gusto de Fulanita de Tal”. En vez de mandarle a decir que quería salir con ella, que quizás podríamos ser novios si me daba una oportunidad, le indiqué a mi amiga que le informe que estaba perdidamente enamorado, que me llevaba el alma, que haría lo que fuera por una mirada, un gesto, un saludo, una sonrisa de ella y que cuando pasaba cerca me costaba respirar. No era verdad, pero había una cosa que me daba en el estómago cada vez que la veía. Bastó con que mi amiga la pusiera al corriente para que la chica, que luego adelgazó

CUENTO La Palmira

Imagen ilustrativa "Volvieron a toparse a los 16 o 17 años en los bailes en los que más que mirarse a los ojos no podían hacer: los padres vigilaban de cerca y pedían que haya luz entre los bailarines" Una tarde, cuando desgranábamos maíz en el patio de su casa, me dijo que todos los días, uno por uno, había extrañado a la Palmira. Al despertarse tocaba el otro lado de la cama esperando hallarla en el hueco vacío, y si bien no sufría tanto su ausencia, la seguía extrañando. No la había vuelto a nombrar en público, siempre le decía “la Finada”, y es que quizás el sonido de su nombre le hería el alma o algo. A los seis meses de su muerte, lo visitaron las hermanas de ella. Era la primera vez que iban a su casa desde el velorio y se sorprendieron de hallar el sitio de la casa bien barrido, pispearon para adentro y los dormitorios estaban en orden, el aro de Lorenzo tenía una lata de picadillo con el agua limpia. En fin, todo bien puesto y prolijo, como había sido ella. Les impre

LEYENDAS El órgano de San Francisco

El templo, la luna, la noche Los vecinos de la calle Avellaneda suelen oir suaves melodías algunas madrugadas de invierno Algunas noches de invierno, cuando no pasa un alma por las calles de Santiago, suelen oírse suaves y  misteriosas  melodías, en  el órgano del templo de San Francisco. No es cuento, hay gente que lo ha sentido. Los vecinos de la Avellaneda se despertaron curiosos y se volvieron a dormir, quizás creyendo que soñaban. No sé usted, pero mucha gente cree que los espíritus de los muertos, de alguna manera se perpetúan en este mundo de los vivos. Quizás no tienen asuntos que comunicar, deudas que cobrar, advertencias que dejar, quejas para plantear. Pero siguen dando vueltas por aquí y por allá, como una maldición del Purgatorio, simplemente porque no hallan el camino para irse del todo. Capaz que se quedan de puro bromistas, para asustar a las beatas de misa de siete, si es que la siguen oficiando, o porque se sienten solos en semejante terreno, el templo y todo el monas

RAZONES Por qué soy folklorista

El autor en su elemento Por Juan Carlos Carabajal Esencialmente por mi condición de santiagueño que lleva en la sangre el mandato de mis mayores y de la gente que habita en esta tierra bendita. Por la emoción que me produce cuando escucho a Juanita Simón y a sus hermanos, a don Sixto hablando el dulce idioma quichua y a su violín desgranando melodías centenarias y Carlos y Graciela Carabajal cantando la vidala “Te hei vuelto a ver”. Soy folklorista porque desde mi tierna infancia escuché en una radio a batería a don Eduardo Falú tocar “La cuartelera” y a don Atahualpa cantar “El arriero” y a los músicos del pueblito El Pértigo interpretar algún chamamecito retozón para que bailara la paisanada. De vez en cuando aparecía don Leandro Mansilla con su guitarra y me asombraba cantando la chacarera del Mishky Mayu. Un día vino un paisano de la capital, pidió una guitarra y cantó el tema que estaba de moda: la zamba “Qué lindo se ha puesto el pago” de don Manuel Jugo. Escena inolvidable que c

CUENTOS Para pensar

Ilustración Lluvia Mauricio González Faila* Llevaba horas mirando el techo, daba vueltas en la cama y a izquierda y derecha el gris de la pared lo volvía más triste. Nunca pensó que aquello hubiera sido tan difícil de superar, pues no era peor que estar sin trabajo, pero el corazón le reventaba. Aquella angustia la calmó con cuarenta cigarrillos, un kilo de pan, y una recorrida por su casa. Sólo eso. Días antes, todo marchaba bien. Se había ilusionado con Gloria, si bien no la llamaba constantemente, pero le demostraba en la oportunidad que tenía todas sus intenciones; ella nunca respondió, o si lo hizo fue para decirle que no se ilusionara. Horacio aceptó la derrota, nunca entendió por qué el rechazo, pero se consolaba pensando en que el alma de una mujer es variable como el fuego. Fuera de eso, nada había ocupado su pensamiento. Se levanta de la cama, observa el desorden de la mesa, los platos sucios, los gatos yendo de un lugar a otro, y la soledad que rodea su vida desde casi siemp