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RELIGIÓN El Diablo existe

"El diablo cojuelo, Aparició", de Leonardo Alenza

Quienes niegan la existencia del Malo, pretenden destruir la unidad de la Iglesia Católica, peor si lo hacen desde adentro de ella

Lo primero que hace el Bicho —primerito —es prometerle que cuando usted muera le dará su alma. Embromado, che. Porque le quedan unos cuantos años todavía, en los que seguramente tendrá fama, dinero, diversión, viajes, lujos, yates, autos caros, casas con todo lo que deben tener. Que es lo que más les importa a muchos. Pero después, cuando crepe, habrá tormentos sin fin. Ahí lo quiero ver.
Hay quienes sostienen que se debe evaluar bien el asunto. Dicen que no existe otro mundo, que cuando se mueran se van a morir nomás, como las hormigas, las ballenas, los piojos, los monitos tití, el cine Petit Palais. Si es así no vale la pena andar con pruritos, total, vida hay una sola, métale para adelante y agarre viaje. Pero otros creen que sí hay un Paraíso para los que pecan y se arrepienten, un Infierno para los que hacen el mal y persisten y un Purgatorio para los que anduvieron mitad y mitad y por ellos rezan machaconamente —o rezaban, antes de que lo prohibieran los curas y los Papas —cientos de miles de católicos alrededor del mundo, todos los días.
Usted, como la mayoría, capaz que está en el medio de todas las creencias. Es decir, hay una sola vida y debe vivirla lo mejor posible; también hay un castigo para los malos, pero lo ha ido acomodando su religión particular para que se parezca más a sus pecados que a lo que debiera ser. Tampoco el fundamentalismo, ¿no?
Si uno de estos días el Malo se presentara en su casa con una tarjeta de invitación para ir a una Salamanca, se daría cuenta de que hay Cielo, pues pensaría: “Si existe el Diablo tiene que haber un Paraíso”. Y tal vez le diría que no, que muchas gracias, le agradezco el convite, todo muy lindo, pero no. Mire si pone todos los reinos del mundo a su disposición, todo el oro, todas las mujeres que siempre deseó sabiendo que nunca serían tuyas. ¿Renunciaría?
Claro, decir, se dice fácil, porque no lo ha vivido. A Nuestro Señor lo tuvo cuarenta días en la cima de la montaña, meta calentarle el oído y mostrarle lo que se perdía, ¿se imagina la tentación, sobre todo sabiendo que cuando le dijera que no, vendrían los escupitajos, los latigazos, la corona de espinas, la cruz? Para salvarnos a todos, no le aflojó. ¿Usted podría hacer lo mismo?
Dicen que la Salamanca es un hoyo en el suelo, como la entrada de una vizcachera y que abajo todos los diablos y los duendes lo hacen un virtuoso de lo que sea, música, ciencia, danza, pintura, gastronomía, medicina, fútbol, ingeniería, finanzas, versos. Es posible que usted y todos nosotros llevemos una escondida, un agujero infecto, en el fondo del corazón, que no permite la entrada a un Dios bueno, que muchas veces toma la forma del hermano necesitado.
Amigo, vaya a misa, rece al menos un Rosario por día, intente no pecar, ame a su prójimo más que a usted mismo, no solamente al vecino que hace ruido martillando a la siesta, sino al que pide qué comer en su propia calle. Huya a todo escape del lujo, apague su telefonito, sienta en su sangre el latido de su corazón que, en el fondo de su delicado mecanismo de relojería, funciona —tic, tac, tic, tac —solamente porque Dios quiere que usted siga respirando.
Repita: “El Diablo existe, aunque el Papa diga que no”, las veces que sea necesario, hasta que se le grabe. Porque si no hubiera Diablo entonces no habrían sido necesarias la Encarnación, la Redención, la Cruz y la Resurrección y el Papa sería el presidente de una organización no gubernamental y no el Soberano de cientos de miles de católicos desperdigados por todo el mundo, el Vicario de Cristo el siervo de los siervos de Dios (Servus Servorum Dei).
El Malo anda suelto.
No se deje tentar.
Rece.
Lo demás es puro cuento.
Juan Manuel Aragón
A 2 de mayo del 2024, en Cantarranas. Gritando un gol ferroviario.
©Ramírez de Velasco

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