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Mostrando las entradas etiquetadas como Duende

1992 AGENDA PROVINCIAL Simón

Miguel Simón El 24 de abril de 1992 muere Miguel Simón, bandoneonista, cantor, compositor y autor que deja una huella imborrable en el folklore El 24 de abril de 1992 murió Miguel Simón, conocido como "El Duende del Bandoneón. Fue un bandoneonista, cantor, compositor y autor que dejó una huella imborrable en el folklore argentino, especialmente en la música tradicional de la provincia. Había nacido el 1 de marzo de 1917 en Santiago. Proveniente de una familia con fuerte inclinación musical, fue uno de los pilares de la agrupación "Los Hermanos Simón", que fundó junto a sus hermanos Juanita, José, Juan y Ricardo. El conjunto se convirtió en un referente del folklore santiagueño, llevando los ritmos y las melodías de la región a diversos escenarios del país. Desde muy joven mostró un talento excepcional para el bandoneón, instrumento que dominó con maestría y que se transformó en su sello distintivo. Su habilidad no solo se limitó a la ejecución, sino que también abarcó la...

CHIQUILLADA El Káiser

Imagen de archivo Cómo cazar un duendecito de la siesta, qué ponerle de cebo, dónde llevarlo una vez que se lo pilló: detalles en este relato De agosto a diciembre, antes de las lluvias, sabían formarse remolinos en los cercos resecos del pago. Ese año el abuelo nos contó que a la siesta salía un duendecito muy pequeño y muy pícaro, negrito y fierito, que le gustaba burlarse de la gente. Decía que era del tamaño de un puño nuestro y también muy rápido. —¿Podemos trampear uno?— le preguntamos. —Pueden, pero es muy difícil que lo pillen. —¿Qué le gusta comer? —Dulce de batata. —¿Con queso? —No, sólo. Con Eufemiano, mi hermano, nos dimos a la tarea de construir una trampa para el duendecito que vivía en los remolinos de la siesta de la siempre polvorienta y reseca primavera santiagueña. La de las urpilas no iba a servir, demasiado livianita, además si era pícaro saldría por debajo. Si le poníamos un frasco con pesas encima, en una de esas se ahogaba y se moría y no queríamos matarlo sino ...