Rueda de mate, de Florencio Molina Campos De Grecia al Paraná, la filosofía halló en el mate un nuevo gesto para señalar el pensamiento Aristóteles caminaba mientras enseñaba. No por inquieto, sino por método. Y por eso a su escuela le decían la de los peripatéticos, porque ambulaban, pues eso significa justamente (el que pasea). El estagirita sostenía además que, para impartir lecciones era mejor hacerlo con algo en la mano. Desde el fondo de la historia de los helenos viene entonces la costumbre del puntero, un pedazo de madera, como la varita de los magos, pero más larga, indispensable en clases para que señalar cosas en el pizarrón, un mapa, el dibujo de una vaca y sus partes. El viejo, querido y nunca bien ponderado puntero venía a ser un elemento doble propósito, como le dicen ahora. Por un lado, servía como justificación del acierto de Aristóteles y por otro era una afirmación de un viejo dicho de Domingo Faustino Sarmiento (“la letra con sangre entra”). Si un niño no aprendía o...
Cuaderno de notas de Santiago del Estero