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Mostrando las entradas etiquetadas como Platita

CUENTO Mientras pasa el otoño

Gilda Roldán Que narra lo que sucedió una vez cuando estaba visitando a Gilda Roldán en la librería Dimensión La emoción recorre mis recuerdos cuando rememoro aquella tarde en que una mujer eligió mi libro entre cientos de otros textos de la recordada librería Dimensión, de Gilda Roldán. Como había hecho muchas veces en mi vida, esa tarde visité a Gilda, dueña de la librería más antigua de Santiago, no solamente por ella, por compartir un café, sino porque allí solían caer también, algunos de los más grandes intelectuales y literatos de la ciudad, para conversar un rato, hablar de cosas de la vida, preguntarles por la familia, en fin. Esa tarde estaba sola. Era el tiempo en que la librería quedaba en el Tabycast, entrando por la Independencia, a mano derecha, al final, enfrente de uno que vendía ropa interior para mujeres y según creo recordar, era un baboso atroz. En eso estábamos, en plena charla, cuando llegó una mujer que llevaba de la mano a un niño de unos 10 años más o menos. Pr...

CUENTO Las tres Marías

Las Tres Marías Publicado originalmente en el libro “Platita, cuentos” (1999, ediciones San Miguel) Todavía me mira desde su gran marco de madera oscura con grueso vidrio, el severo rostro de mi bisabuelo Benjamín primero, el que vino de España a levantar una cosecha y terminó vendiendo frutos del país, cueros, lana, plumas y cambiando ginebra, tabaco yerba por pesos fuertes. Ese gran cuadro, Benjamín sentado con el sombrero en la mano y los mostachos furibundos, es el primer recuerdo de mi infancia. Su mujer era criolla del pueblo. Nunca tuvo un retrato y hoy sólo el olvido la recuerda. María Hortensia era la mayor de mis tías abuelas y hermana de Benjamín segundo. Tenía la misma gravedad del cuadro sin los mostachos, aunque de vieja le asomasen grandes bigotes. Ella siempre me decía que sin severidad no puede haber rectitud. Es por eso que siempre traté de reprobar a una buena porción de mis alumnos, mediocres y puebleros. Ellos son los únicos que a veces han invadido mi intimidad, c...