Fiesta, fiesta, fiesta Nadie quiere irse, estuvo todo tan lindo que ningún invitado quiere moverse de su lugar, hay reclamos para que los mozos vuelvan a hacer sus entradas triunfales Sigue la fiesta, se terminaron el vino, el champán, la cerveza, la gaseosa, el whisky, tomamos los culitos de los vasos que quedaron, no hay canapés, empanadas, ensalada rusa, sanguches de miga, pollo al curry, pero por ahí viene un mozo con sobras y nos abalanzamos como cerdos para alcanzar los últimos pedazos de cualquier cosa que quede a esta hora de la madrugada. Todos estuvimos invitados, sólo unos cuantos no quisieron venir, que se jodan. Al principio llegamos los vecinos, luego los de la otra cuadra, más tarde los de los barrios cercanos y al final no había nadie de ningún rincón de la ciudad que no estuviera convidado a la gran joda. Hubo globos colgados por todas partes, pitos, matracas, trompetitas, gorros, bonetes, collares luminosos, enormes anteojos de plástico, muñequitos de colores, platos
Cuaderno de notas de Santiago del Estero