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Mostrando las entradas etiquetadas como Juncal

NOVELA Final inesperado

Imagen de ilustración Han asesinado a un hombre en la calle Juncal y el autor va mostrando los distintos hilos que conducirán al autor del crimen La novela "Asesinato en Santiago" empieza con la muerte de un hombre en una vieja casona de la calle Juncal por la que usted ha pasado muchas veces, pero nunca la miró con atención porque su frene no dice nada, es parecido al de sus vecinos. Han matado a un viejo millonario, solterón, sin hijos a la vista, que vivía la única compañía de un perrito faldero y al que visitaba una vez a la semana, una chica que iba a limpiar los pisos, ordenar las habitaciones, regar las plantas, lavar los cacharros de la cocina, planchar la ropa. Cuando lo hallan, tirado en la cocina, tiene un cuchillo de cocina hundido hasta el mango, en el medio del pecho, la ropa está intacta y al parecer no se ha defendido, no hay signos de lucha ni nada desacomodado. Se lo clavaron una sola vez, limpiamente y no tiene heridas en otras partes del cuerpo. La policía

ALUCINACIÓN Santiago escondido

Un Santiago que no regresa “Hay una desazón que enciende los recuerdos quizás en una esquina de la Francisco Viano, en un rincón perdido cerca de las Lomas Coloradas” Hay una ciudad escondida detrás de Santiago. Pocos la conocen, no es la de las peñas amanecidas, no tiene nada que ver con el vino de los recuerdos ni es un rincón escondido cerca de una placita añorada. Todos la hemos entrevisto algunas tardes, volviendo a casa en el ómnibus repleto mirando por la ventanilla un barrio en el que no hemos vivido ninguna historia, observando quizás una mujer que se apeaba en la Juncal y Belgrano o mirando sin mirar el rostro vagamente conocido de una chica que viaja con un niño en brazos, tres asientos más allá. En esas ocasiones hemos sentido la pasajera alucinación de que no era la misma ciudad de todos los días sino otra, que llevamos tal vez en la mochila de nuestro inconsciente o incrustada en el Ello (después de escribir esto pienso que debería borrarlo, porque quién soy para hablar