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Mostrando las entradas etiquetadas como Mamut

PARRILLA No habrá ninguna igual

El Vasco de Santiago La parrillada “El Vasco”, de Libertad y Pringles en Santiago, fue una fuente inacabable de mala atención y carne como piedra, hasta que se terminó No habrá ninguna igual, no habrá ninguna. Ninguna otra parrillada asegurará a los comensales, como “El Vasco” o “El Vasco Junior”, como se llamaba al final de su perra vida, una carne de mamut tan dura, unos chinchulines tan gomosos, esos chorizos recalentados del mes pasado y morcillas que quién sabe de qué parte, de qué animales bípedos o cuadrúpedos, plumes o implumes, artrópodos o reptiles del vasto bosque santiagueño estarían hechas. Para no hablar de la pésima atención de los mozos, que en la Libertad y Pringles solían brindar mediodías y noches memorables, puteándolos sin parar, avivando úlceras, haciéndolas sangrar sin ranitidina ni ningún omeprazol a la vista para calmar tanto ardor estomacal, tanta furia. Ningún otro lugar de Santiago será nunca más teatro de tantas reincidencias: siempre terminábamos diciendo

CREACIÓN Los monos, los árboles

Imagen de ilustración El monito que se baja del árbol es comido por los animales salvajes, el que camina erguido también Los monos no querían bajar de los árboles ni tenían para qué, los que andaban más alto sobrevivían al tigre cazador, al ágil leopardo, al hambriento león. Los más débiles dormían en las ramas bajas que eran más fuertes, sí, pero más cercanas al suelo y por lo tanto más accesibles. Eran animales imperfectos, casi creados a la marchanta. Para no extinguirse se treparon a los árboles y siguieron con vida. El andar de liana en liana, como dice la vieja canción, los salvó de la extinción. Y Dios vio que eso estaba bien. Cada uno de los animales tenía sus problemas, el mamut necesitaba miles de toneladas de pastito para quedar satisfecho, cuando hallaba comida, en poco tiempo se superpoblaba el lugar hasta que todos lo de su especie terminaban raquíticos. Entonces uno decidía marcharse a otro sitio para volver a empezar. Al final no tuvieron dónde ir, quedaron presos del h

GASTRONOMÍA Ninguna parrillada como El Vasco

El Vasco Servían dura carne de mamut, chinchulines gomosos  y chorizos recalentados No habrá ninguna igual, no habrá ninguna. Ninguna otra parrillada asegurará a los comensales, como “El Vasco” o “El Vasco Junior”, como se llamaba al final de su vida, una carne de mamut lanudo tan dura, unos chinchulines tan gomosos, chorizos recalentados del mes pasado y morcillas que quién sabe de qué parte, de qué animales, de qué cosas muebles o cristianos estarían hechas. Para no hablar de la pésima atención de los mozos, que, en la Libertad y Pringles de Santiago del Estero, brindaron mediodías y noches memorables, puteándolos sin parar, avivando las úlceras, haciéndolas sangrar, con la mujer pateándote por debajo de la mesa: “Si sigues así, no salimos más un sábado, pórtate bien, pareces un chico”, al tiempo que espantaba las moscas o tinquiaba una pícara cucaracha que le hacía burla desde la mesa, mantel de hule con más grasa que sopa de lechón. Ningún otro lugar de Santiago será nunca más, tea