Con piezas cada vez menos duraderas Por qué dejan de funcionar las cosas: un procedimiento que cada vez nos esclaviza un poco más Las cosas se rompen, se hacen viejas, se deforman, de repente una pava que servía para calentar el agua, tiene una pinchadura y por más que la arregles no sirve más. Lo lamentas, te cebó un montón de mates, pero debes tirarla a la basura. Es cierto, cada vez son menos fuertes, más delicadas, pero así es con todo. El mundo de la manufactura hace mucho se dio cuenta de que, para vender, necesitaba que sus productos duraran menos. Dicen que en las empresas automotrices hay un departamento que estudia cómo hacer para que cada pieza dure lo que debe durar, es decir un año o menos. Capaz que también tienen algo así quienes hacen lavarropas, llaves de luz, termotanques, tractores, roperos, camisetas de frisa. Muchos se acostumbraron al juego de las cosas que duran poco y apenas compran un secador de pelo, ya piensan en el próximo, tienen un televisor de quichicien
Cuaderno de notas de Santiago del Estero