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Mostrando las entradas etiquetadas como Antajé

RELATO El sueño de Antajé

Imagen para ilustrar nomás El viaje en una camioneta que el tiempo fue destiñendo He soñado muchas veces con Antajé y una mañana nublada en que paramos en el campo de un viejo para que nos vendiera un poco de alfa para llevar a los caballos de mi abuelo. Estaba nublado. Y la camioneta de color azul eléctrico de mi tata, que luego se fue destiñendo, nadaba en un mar de polvo, por esa misma ruta 34 en la que ahora surcan como un suspiro inmensos camiones llevando soja al puerto de Rosario. Pero enantes, quién se animaba a encararla. El viejo aquel tenía una pila de batatas recién cosechadas. Qué ha pasado con eso, preguntó mi padre. Sobraron de la cosecha, no las han llevado porque no dan el tamaño, son chicas, respondió el hombre. Las cargamos “para los chanchos”, dijimos, pero era mentira, porque mi abuelo en ese momento no tenía ni un lechón. Eran para nosotros, para repartir a los amigos, tan dulces que te lo eran. Aprovechaba para tomar lecciones de historia. Le preguntaba a mi tata

SAUDADES Antajé o La Aurora

Uno de los dos Lugares por los que uno anduvo Debe estar ahí todavía, e n Antajé, en La Aurora , dónde sería, ese almacén en el que paramos a comer, una vez que veníamos del campo con mi tata. Pedimos un sánguche de mortadela y algo para tomar. Veníamos cansados y con hambre, en una camioneta azul que sabía tener. El almacén tenía un juego de billar y, después de comer, mi tata agarró el taco y se puso a tirar las bolas para un lado y para el otro. Entonces aprovechó para contarme lo del esnúquer. Lo poco que me acuerdo ahora es que era un juego con bolas de varios colores y que había que embocarlas en la tronera en un cierto orden. También me explicó las diferencias que había entre el esnúquer , la billa y la carambola, pero hace tantos años que qué me voy a acordar. Desde entonces me quedó un recuerdo de aquel despoblado almacén que quedaba al frente de un montecito ralo. Si detrás de esas plantas había una vía, entonces era La Aurora, si no había, era Antajé. Lo que son las cosas,