Campesino cubano “Un rato antes de la hora señalada, el aroma de empanadas recién salidas del horno lo despertó de un sopor profundo” Como última opción trajeron al viejito a hacerlo ver con el médico. Ya había pasado por las manos de todas las curanderas del pago. Una indicó que tenía “un aire”, otra dijo que “le habían hecho el mal”, cosas así. Cuando el hombre empeoró del todo, lo metieron en un auto para traerlo a Santiago. El médico lo dejó internado y mandó hacer unos análisis. Al día siguiente, con los resultados en la mano, reunió a los parientes y les dijo que tenía una enfermedad terminal. “No creo que pase de mañana”, anunció. Un pariente, quizás demasiado puntilloso preguntó: “¿Como a qué hora, doctor?”. El médico respondió que creía que se cortaría del todo a eso del mediodía, a lo sumo le daba hasta las 2 de la tarde, pero no más. También les insinuó que más les convenía llevarlo al campo, para evitar el traslado del cuerpo, los trámites, el papeleo, contratar un servicio...
Cuaderno de notas de Santiago del Estero