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Mostrando las entradas etiquetadas como Chica

CUENTO Mi mamá sabía

Pueblo santiagueño Después de citarse con una chica en la plaza del pueblo, preparamos a Julián para el gran acontecimiento: nada iba a salir mal Mi mamá sabía, fue la única que dijo que no le parecía buena idea. “Tendrían que haber empezado de a poco”, dijo cuando se enteró. Ella pensaba más que nada en la chica y nosotros, por supuesto, en Julián, queríamos hacerlo debutar a como diera lugar, ya era grande, veintipico tenía, y nunca había probado mujer, aunque él dijera que sí, no le creíamos, por supuesto. Martín le regaló una camisa verde, Eufemiano le prestó un pantalón y le lustró los zapatos y el resto de los amigos y los primos le conseguimos un cinto negro, haciendo juego con los zapatos, medias y un pañuelo blanco para que lleve en el bolsillo de atrás del pantalón. Hicimos una vaquita para darle algo de plata. Y lo fundamental, logramos que se bañara. “Cualquier cosa, si el asunto va bien, enfilas para el lado de la Audelina, le pagas una pieza y después ya sabes”, le dijimo

NOVELA Final inesperado

Imagen de ilustración Han asesinado a un hombre en la calle Juncal y el autor va mostrando los distintos hilos que conducirán al autor del crimen La novela "Asesinato en Santiago" empieza con la muerte de un hombre en una vieja casona de la calle Juncal por la que usted ha pasado muchas veces, pero nunca la miró con atención porque su frene no dice nada, es parecido al de sus vecinos. Han matado a un viejo millonario, solterón, sin hijos a la vista, que vivía la única compañía de un perrito faldero y al que visitaba una vez a la semana, una chica que iba a limpiar los pisos, ordenar las habitaciones, regar las plantas, lavar los cacharros de la cocina, planchar la ropa. Cuando lo hallan, tirado en la cocina, tiene un cuchillo de cocina hundido hasta el mango, en el medio del pecho, la ropa está intacta y al parecer no se ha defendido, no hay signos de lucha ni nada desacomodado. Se lo clavaron una sola vez, limpiamente y no tiene heridas en otras partes del cuerpo. La policía

RELATO Corzuela

Imagen de archivo Una sencilla historia de lo que pudo haber sucedido y no fue “Venga a saludar al hombre”, le dijo el tío y ella, morena corzuela asustadiza, caminó con ese andar de las mujeres en edad. Cuando se la presentaron le contaron también que la estaban terminando de criar porque la madre había fallecido y el padre la había dado, algo común en el pago. Después volvió varias veces, ella lo saludaba con un beso en la mejilla y él se hacía el sorprendido: “¡Cómo le va!”, le preguntaba como si recién la viera. “Bien, gracias” decía ella. Y era todo. Andaba callada por la casa y el otro debía hacer un esfuerzo para no mirarla, para no denunciar lo mucho que le gustaba. Pero cuando uno llegaba a una casa como amigo del tío, por esos tiempos al menos, no podía pasar a la categoría de novio de la sobrina, así nomás, de sopetón, como quien dice. Quedaba mal. Es posible que hasta le quisieran echar los perros. Después dirían: “El hombre venía haciéndose el qué y míralo vos, había sabid

AMORES Bombón exquisito

“Ahora, que no tenemos un héroe vivo ni en la Argentina ni en el exilio, pienso que deberían regresar los tiempos del fin de la infancia” El año que murió el General andaba en segundo de la secundaria, platónicamente embelesado por una gordita a la que una amiga le avisó que estaba enamorado de ella. Complicaciones del lenguaje, no decíamos “tal chica me gusta” sino, porque ya éramos grandes y nos merecíamos un sentimiento supuestamente más profundo, largábamos: “Gusto de Fulanita de Tal”. En vez de mandarle a decir que quería salir con ella, que quizás podríamos ser novios si me daba una oportunidad, le indiqué a mi amiga que le informe que estaba perdidamente enamorado, que me llevaba el alma, que haría lo que fuera por una mirada, un gesto, un saludo, una sonrisa de ella y que cuando pasaba cerca me costaba respirar. No era verdad, pero había una cosa que me daba en el estómago cada vez que la veía. Bastó con que mi amiga la pusiera al corriente para que la chica, que luego adelgazó