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Mostrando las entradas etiquetadas como Deudos

CUENTO Azucena y Ramoncito

El 96 a la cabeza A la sombra de la tómbola santiagueña florece el amor en un barrio de la ciudad El Dentista es el 37, la Lombriz el 66, si sueñas con el Enamorado es el 93. Todos los números los tiene en la cabeza, el de su vecina de la calle 7 es el Revólver, doña Pochi vive en el 1126, la Misa, el colectivo que pasa a la madrugada tiene la chapa patente terminada en 85, la Linterna. Azucena es la jubilada más vieja del barrio desde que se murió la Negrita, la que estrenó la sala velatoria que hicieron entre todos los vecinos, al lado de la parroquia, porque a nadie le gustaba andar oliendo a flores hasta un mes después de ausentarse el finado. Desde que levantaron la sala “Nuestro Señor de la Buena Muerte”, los vecinos crepaban tranquilos, sabiendo que ahora se irían de manera decente, no como antes, los deudos pechándose en la puerta de las casas para sacar el cajón. La Azucena vive en un estrafalario y mentiroso escenario de cálculo de probabilidades, mientras fuma en la puerta d

RECUERDOS La vida en los barrios era otra cosa

La familia en el barrio A veces las madres se pasaban por encima de la tapia, un bizcochuelo que les había salido rico, en señal de buena vecindad Cuando el locro o un bizcochuelo les salía rico, las madres se pasaban una fuente, envuelta con un repasador, por encima de la tapia. Tiempo después el gesto era retribuido por la vecina, que enviaba una porción de pastel de novios que le había salido exquisita. Al devolver el plato los chicos decíamos: “Dice mi mamá que estaba muy rico, que uno de estos días va a venir a tomar unos mates para que le pase la receta”. En los barrios crecían amistades entre vecinos de toda la vida y todos miraban los hijos de todos, porque hoy por mí, mañana por ti, además los chicos son buenos, pero si se los vigila son mejores, la calle está llena de peligros, por eso hay que andar con cuidado. Pero no eran frases hechas, sino principios rectores de la vida de la gente. Cuando moría un vecino, el resto hacía una colecta, cada uno ponía plata según sus posibi