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Mostrando las entradas etiquetadas como Gracia

FRANCELLA El espejo de los argentinos

Un actor sin desperdicios Homo Argentum, película para mirar —y gozar— en familia, alabado por la crítica y recomendada por Ramírez de Velasco Redacción En Homo Argetum, el último film que protagoniza, Guillermo Francella habla con cada fibra de su ser mientras asume una galería de personajes distintos, caricaturas vivientes de lo que podría ser cualquiera por la calle, y logra transformar esos retratos en espejos que exhiben con ternura y una mordaz ironía nuestra identidad nacional. Ese virtuosismo sin estridencias es el corazón de la película, una obra que no existiría sin la versatilidad, la gracia y el compromiso interpretativo que solo él podría aportar. Convierte cada viñeta en un universo propio. En cuestión de minutos emerge un padre angustiado, un cura humilde, un arbolito callejero, un multimillonario arrogante o un director de cine excéntrico. Todos tan reconocibles como cotidianos, y todos atravesados por esa chispa de humanidad ambivalente que distingue al mejor humor pop...

480 a.deC. ALMANAQUE MUNDIAL Termópilas

Batalla de las Termópilas El 7 de agosto del 480 a. C., los ejércitos persas derrotan a las fuerzas griegas en la batalla de las Termópilas El 7 de agosto del 480 a. C., los ejércitos persas, liderados por el rey Jerjes I, derrotaron a las fuerzas griegas, comandadas por el espartano Leónidas I, en la batalla de las Termópilas, estrecho paso montañoso en Grecia central. Este enfrentamiento, parte de la Segunda Guerra Médica, enfrentó a una alianza de ciudades-estado griegas contra el vasto ejército persa, que buscaba expandir su dominio sobre Grecia. Pese a la derrota griega, la resistencia heroica de Leónidas y sus 300 espartanos, junto a otros aliados, retrasó el avance persa y se convirtió en un símbolo de valentía. La Segunda Guerra Médica comenzó tras el fracaso de la primera invasión persa en 490 a. C., cuando los griegos derrotaron a Darío I en Maratón. Jerjes, hijo de Darío, organizó una expedición masiva para vengar esa derrota y someter Grecia. Su ejército, estimado en ciento...

FIESTA Ojalá que llueva

Niño Dios Hoy es una muy buena ocasión para recordar el nacimiento de un chico en Belén, el 25 de diciembre del año 1 Que llueva en Navidad, carajo. Ojalá que no pare el agua, desde las 10 de la noche del 24 hasta las 10 de la mañana del 25 y que se hagan agua las fiestas, las jodas, los sánguches de miga, los encuentros, los turrones, los brindis, el muérdago de plástico que ponen en las puertas de las casas, las pizzas y el quipi, las visitas, el baile, la nieve de telgopor de los pesebres, la sidra o el champán, los paseos, los cohetes, los abrazos falsos como tornillo de yeso, el lechón, el cabrito o el pollo. Alguno aprovechará para putear a los mil dioses que siguen dando vueltas en el aire, porque planeaban quizás toparse con la novia, la amiga, la mina, ir a un boliche de la autopista, salir con los muchachos, visitar a los suegros. Otros, como usted, posiblemente, aprovecharán, ya que estarán sin hacer nada, dispuestos a quedarse despiertos hasta las mil quinientas, para medit...

LLUVIA Gracia del Cielo

Hugo Argañarás, “Tempestad”, óleo sobre lienzo “En esos tiempos, una nube empezaba a subir desde el sur, a la una de la tarde, pero nadie le hacía caso” En el campo, en ocasiones llovía justo cuando debía hacerlo, después del mediodía y antes de las 5 de la tarde. Si la tormenta venía linda, mi abuelo se servía vino en una jarra y la dejaba un rato en el patio para que la bautizara el aguacero. Unos cinco minutos después, se sentaba en un sillón, tranquilo, relajado, acompañado del simple agradecimiento de quienes están seguros de que Dios les hizo un regalo. Para usted, criado en la ciudad, quizás la lluvia no significa mucho o es una molestia porque lo halla lejos de la casa, sin paraguas, sin galochas, sin impermeable, haciendo trámites impostergables y sabe que se mojará, casi por obligación. Como le digo, en el pago era muy distinto el asunto. Si la lluvia lo agarraba lejos de la casa, no había el alero de un negocio ni una galería para refugiarse. Para peor, algunas tormentas ven...