Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Gringos

DIÁLOGO Folklorista se busca

Carlos Di Fulvio “Te contrato solamente por dos horas por semana para que toques folklore y creo que te vamos a pagar muy bien, así que dejate de embromar y oíme” —Necesito uno para que toque la guitarra y cante en mi restaurante, todas las noches, pongamos desde las 10 hasta las 11 y media o medianoche. Es sólo los sábados y pagan 100 mil pesos por actuación. Si hay propinas son tuyas, obviamente. —¿Todos los sábados o un sábado al mes? —Todos los sábados. Una cadena de hoteles me va a mandar turistas todos los sábados, y te necesito para que toques folklore, porque ellos creen que las empanadas sólo se comen oyendo zambas, chacareras, chamamé. —Ahí está el drama, amigo, yo toco solamente rock nacional, jazz, blues, hasta ahí nomás llego. —No hay problema, en Santiago hay uno que toca folklore en cada cuadra… —…esperá, ¿cuánto has dicho que pagas? —Yo no pago nada, ¿ves?, no sabes conversar. Ahora oíme bien: una cadena de hoteles paga a un músico o banda musical, 100 mil pesos por ac

CACERÍA La extinción de la corzuela

Retrato de una de nosotras “Antes sabíamos ser muchas más dando vueltas por los bosques, no digo que nos andábamos chocando, pero sí que éramos una multitud” Los cazadores saben que somos muy curiosas, por eso se ponen una gorra colorada cada vez que salen a matarnos. En vez de escapar nos quedamos quietitas, mirándolos fijamente. Si son hábiles, en un solo movimiento levantan la escopeta y ¡pum!, chau corzuela. Tenemos una carne magra, seca y muy sabrosa, los paisanos nos hacen guiso, milanesa y lampreado. Pero cuando nos saben condimentar, las empanadas son las más ricas de todas. Nos dicen corzuela, guasuncha, viracho, guasuvirá, asú virá, masuncho, sachacabra, urina, pero en la Argentina vamos mermando tanto que dentro de poco ya no importará nuestro apodo, si total no quedará ninguna para llamar. El mayor problema que tenemos es el precio de la carne de vaca. Le explico, como todos saben, el campesino santiagueño tiene una dieta rica, sobre todo en grasas, harinas y proteínas. Cu