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Mostrando las entradas etiquetadas como Hernández

TIEMPO La hora de los ferrocarrileros

Reflejo del reloj del Fórum Por qué algunos creen que el día se nombra con 24 horas, cuando se sabe que son dos mitades de doce, que parece igual, pero no es lo mismo “El tiempo solo es tardanza de lo que está por venir”, le dice Martín Fierro al Moreno, en la famosa payada escrita por José Hernández. Eso es la hora, lo que falta, lo que se viene. Los relojes son la verdadera arma cargada de futuro, porque van indicando lo que falta, lo que está por venir. Fijesé, una simple manera de sumar de los sumerios o quizás los babilonios que, con un puño abierto y un puño cerrado indicaban seis, dio lugar a la docena y es por ellos que hoy se cuentan las horas de doce en doce y no por decenas. El mundo va todos los días desde la medianoche hasta el mediodía y vuelve a rolar hasta las doce de la noche. La llegada del ferrocarril y los complicados cálculos que se deben hacer para saber horas de partida y llegada, hicieron necesario, a partir del mediodía, seguir contando hasta 24. Pero para la g

VIDA Llegar a viejo

Por qué deberías empezar a tratar bien a los ancianos A veces, cuando me miro al espejo digo: “Bueno, Juan, esto había sabido ser viejo”. No porque me haya acostumbrado dejo de notar las arrugas, la cabeza blanca como alpargata de pintor, la mirada algo caída, la busarda prominente, los pasos cada vez más lentos. Es solamente el paso del tiempo, saber lo que he vivido o me resta por vivir, diría José Hernández. Lo que me tocó y lo que hice con eso. Uso anteojos para leer desde pasados los 40 años, de vez en cuando me duelen algunos huesos que antes ni sabía que existían. No sé y no me interesa entrar en algunos asuntos del presente rabioso, como el manejo de los teléfonos móviles, Netflix, los pantalones ajustados al cuerpo o usar esos ridículos zapatones de goma, los sapos, ni para andar en casa. Me banco perfectamente que una mujer joven me diga en la carnicería: “Esa no es la fila, abuelo, venga que le indico”. De chico me gustaba andar de gorra o de sombrero, de joven me decían que