Una pieza clásica para ilustrar la nota “Cuando viene la clienta rica, la costurera por ahí, se niega a confeccionarle ropa si se entera de que su empleada doméstica trabaja en negro” El centímetro de las costureras, aunque les servía perfectamente no era muy confiable en cuanto a control de precisión. Con el tiempo se iba estirando y en un metro, por ahí tenía uno o dos centímetros de más. Pero a los fines de la costurera, así le valía bastante bien, de paso siempre medía un cachito menos de cintura a las clientas, que agradecían el implícito e involuntario gesto de hacerlas parecer más delgadas. Cada una tenía, entre sus herramientas de trabajo, su máquina de coser, un dedal, una almohadilla para guardar las agujas, cientos de revistas de moda, que venían con figurines, especie de mapas para cortar las telas. Y el centímetro. Nada hubieran hecho sin él. Quizás fuera para ellas el dicho: “Todo en su medida y armoniosamente”, frase que, como todos saben es atribuida por Plutarco, que v
Cuaderno de notas de Santiago del Estero