Portada del libro de Nabokov La literatura rompe el molde moral: personajes imprevisibles, con pasiones oscuras y una verdad incómoda Hay autores de novelas, (santiagueños algunos) que insisten con la misma letanía: los buenos ganan, los malos pierden, al terminar todos respiran aliviados y termina la película. Blanco y negro, sin matices, como un póster de cine antiguo. Bueno, por si no lo sabía es una fórmula que huele a naftalina, a viejo carcamán, a propaganda de la Unión Soviética. El mundo exige complejidad, personajes que transpiren humanidad y contradicción. El héroe puro y el atorrante absoluto fueron útiles en épocas que pedían orden moral. La gente necesitaba saber quién era el lobo y quién la oveja. Pero, amigo querido, el lector del siglo XXI ya no compra fábulas planas. Pide otra cosa: personajes reales, capaces de la mayor de las virtudes y la peor miseria en un mismo gesto. Dostoyevski lo entendió hace más de un siglo con Raskólnikov, un asesino que carga su culpa como ...
Cuaderno de notas de Santiago del Estero