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Mostrando las entradas etiquetadas como Carros

ANTIGUALLAS La Isla de los Guayacanes

Quimil en flor No queríamos perder el atardecer poniéndose detrás del algarrobo ni el silbo de la perdiz ni la algarabía de las catitas Algún día contaré a mis hijos que he caminado debajo de un bosque que le llamábamos la Isla de los Guayacanes y que a su leve sombra descubrí una frescura diferente durante el verano. Recordaré también que anduve por picadas de viejos carros que venían traqueteando, trayendo leña, una carga de postes y a veces hasta una familia entera, con camas, espejos, abuelos, nietos y hasta perros, cuando había que mudarse a Tucumán para el invierno. —Hijos, ¿ven todo ese sembrado, con hileras parejitas y aburridas de soja? Bueno, antes era un bosque desordenado pero auténtico. Lo que ahora siembra el hombre, hasta hace unos años nomás lo hacían los pájaros, las vacas, el viento, el agua, la propia naturaleza. Esa desolación color verde dólar durante algún tiempo fue la casa de tu madre, de tus abuelos, los padres de tus abuelos y sus padres también. En los tiempo

CENSO En 1869 en Santiago del Estero había 133.766 Habitantes

El primer censo de población de acuerdo al texto constitucional ¿Cómo era la provincia cuando se hizo la primera cuenta de la cantidad de hbitantes que tenía?, en esta nota, una idea Por Alfredo Peláez Trato de imaginarme el Santiago de 1862. Creo ver ranchos diseminados. Carros tirados por bueyes o caballos. ¿La acequia de la Belgrano? ¿El río Dulce? Sí, claro. ¿El estadio Único? Maimanta. Ni pelotas había. Dicen que había 133.766 santiagueños. María Cecilia Rossi y Guillermo Banzato en su estudio "Tierra y Sociedad en Santiago del Estero" dicen que en esa época se entendía que los gobiernos provinciales hasta 1875 no se habían preocupado por fijar los límites verdaderos, lo que dio origen a dificultades con Tucumán, Catamarca, Santa Fe, a consecuencia de las mensuras realizadas por Santiago del Estero en tierras limítrofes. Particularmente para el límite con el “Chaco Hualamba”, desmintió la creencia de un límite atado, exclusivamente, al curso del río Salado o al Paraná,

CUENTO Cómo se hizo policía un analfabeto redondo

Carreta cañera típica Qué pasaba cuando en un pueblo cualquiera de la provincia, las autoridades daban importancia a la educación Por esas cosas de la vida, jamás aprendió a leer. Fue a la escuela, pero de tan cabeza dura no le quedó nada. La culpa, decían, era del padre, lo llevaba todos los años a la cosecha. Tenía un carro con el que se rebuscaba haciendo fletes de leña en el verano, en el pago y tirando caña en Tucumán durante el invierno. Y allá iba con el chango. El tiempo suele acomodar las cargas. Si usted cree haber visto todo, tendría que ir al pago lindo aquel, a que le cuenten las mil anécdotas que circulan. Los viejos guardan memoria de aquellas épocas para que los tiempos no se pierdan entre los pliegues del olvido. Chango lindo en aquel tiempo, se casó con la hija de uno de los principales. Hombre de pro, decían las viejas de antes para referirse a quienes tenían un presente desahogado y un mañana promisorio. Dejó la casa del padre, el carro, las mulas, los viajes a Tucu