Doroteo Arango, (Pancho Villa), a la izquierda. A la derecha, Pascual Orozco, en el paso Texas, tomando malteadas de fresa “Estaba colgado de un garrón, oreándose en el pasillo, desnudo, pero sin las partes, impúdico, a la vista de todo el mundo…” Empezaron a llegar los parientes, como todos los años, uno a uno. Eran las 7 de la tarde y si usted veía la casa, vacía y mustia, antes de eso parecía que íbamos a festejar nosotros solitos, pero al rato cayeron los primos del campo trayendo los chorizos para agregar al asado, en dos sulkys, como todos los años, sólo que esta vez Ramón, el mayorcito, quiso venir de a caballo, así que los hicimos desensillar en el fondo y metimos los matungos en el gallinero. Bueno, dijo a esa hora el abuelo con algo de alivio, ya sabemos que nosotros no vamos a ser solamente nosotros. La abuela había matado dos gallinas el día antes para hacer empanadas y en el horno de barro crepitaba en el horno la grasa de un lechón que habíamos venido engordando desde hac
Cuaderno de notas de Santiago del Estero