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Mostrando las entradas etiquetadas como Celda

COMUNICACIÓN Curiosidades del lenguaje

Libro de caballería Las novelas de caballería desprestigiadas cuando los primeros españoles llegaron a América, fueron el origen del nombre de una región argentina Son al menos curiosas las vueltas que pega el idioma al nombrar el mundo tal como es percibido. Una característica—quizás no la principal —de los telefonitos de mano, es que la comunicación se establece por medio de antenas que actúan como celdas hexagonales, cada una conectada con las demás, por lo que, si usted viaja de Santiago a Tucumán y va hablando por el aparato, la charla no se cortará porque pasa de una a la otra. En inglés “celda” se escribe “cell”. De “cell phone” a celular hay un solo pasito. La colonización del espíritu empieza por el idioma, pero es un debate que se dejará para otro momento. Otro origen curioso es el siguiente. Ya estaban desprestigiadas las novelas de caballeros andantes, cuando Miguel de Cervantes se burla de ellas escribiendo "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha", que ha ...

CUENTO Baldosa floja

Policías de otro país Narración sin moraleja Un señor va caminando por la calle. De repente pisa una baldosa floja. Exclama: —¡La puta que lo parió, qué país de mierda! Con tanta mala suerte que lo oye un agente de policía de los de antes, que andaba cerca. Le pregunta: —¿Cómo ha dicho señor? —Que este es un país de mierda, en cualquier parte uno se llena los zapatos de agua sucia o se mancha la media. —¡Vamos, preso, dese vuelta así le pongo las esposas! —¿Por qué?, ¿qué he hecho? —Usted acaba de tener una expresión injuriosa en contra de la nacionalidad argentina. ¡Vamos!, ¡marche preso! Al rato llegan a la comisaría. El agente lo presenta ante el comisario: —Traigo preso a este ciudadano. Andaba en la calle Tal y, porque ha pisado una baldosa floja, ha injuriado con palabras soeces la nacionalidad argentina. El comisario interroga al preso. —Así que usted es uno de esos picaritos que andan insultando a los argentinos por cosas tan insignificantes como una baldosa floja. El otro se q...