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Mostrando las entradas etiquetadas como Hormigas

IDEAS Un mundo de mediocridad

Rosario (imagen de archivo) La vulgaridad de pensamientos que no han pasado por el tamiz de la inteligencia, dicho en pocas palabras —Joven, cuál es su sentir —pregunta el viejo. —¿Mi sentir? —Eso le estoy preguntando, en qué va a gastar su vida —vuelve a indagar. El muchacho ensaya una respuesta cualquiera, la primera obviedad que se le viene a la cabeza: —La verdad, no sé todavía. Es Santiago, ha pasado mucho tiempo desde ese entonces, cuando tenía catorce años y se le hacía que el tiempo del mundo andaba por delante de él. El hombre aquel andaría por sus 40. Al muchacho se le ocurría una edad a la que llegaría luego de dos o tres vidas. Ese sentir era un mandato, no una pregunta, porque a algunos les daba vergüenza ajena preguntar a un chango con las piernas peludas ya, qué iba a ser cuando fuera grande, como si fuera un niño. Se trataba de tener una idea con alguna fuerza para imponer cualquier pensamiento, no importaba cuál: enseñar una religión en la que sus fieles se salvarían a

PENSAMIENTO La razón como problema

El pensador de Rodín El mundo está entrenado para tener una opinión segura para todas las cuestiones que se presentan ante los individuos La madre de todos los problemas del mundo bien podría ser la razón. No el hecho de que todos razonan, por favor, sino la constatación de que todos tienen razón, periodistas, abogados, amas de casa, hombres, niños, mujeres, carpinteros, senadores, zapateros, curas, pelandrunes, gordos, alumnos, talabarteros, contadores, diputados, comerciantes, sombrereros, colectiveros, profesores, meteorólogos, reposteros, grandes, chicos, médicos, ingenieros, flacos, pobres tipos, sociólogos, verduleros, maestros, dentistas, historiadores, empresarios, carniceros, pelagatos. Todos. Elija cualquier profesión, trabajo, oficio, estado, edad o sexo y verá que tienen razón, no solamente sobre los asuntos de sus tareas, sino sobre cualquier tema que anda dando vueltas sobre la Tierra, debajo de ella, en el mar, la montaña, en el Cielo y más arriba también, ¿hormigas?, sa

CHIQUILLADA A prueba de balas

El Universo desconocido Segundo cuento de la temporada con mi hermano Eufemiano de protagonista, con una interesante teoría de yapa ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonía? Jorge Luis Borges Tenía una gran imaginación, en eso me ganaba por varios cuerpos, si yo hacía volar el pensamiento, a Eufemiano las cosas que se le ocurrían siempre andaban más arriba, a veces cerca de las nubes o mucho más allá. Pero, deje que le cuente, así lo comprende mejor. En tercero o cuarto grado, tuvo una maestra que les enseñó la cuestión del sol, las estrellas, la soledad de la tierra, un planeta boyando en los límites de una gran galaxia. Un granito de arena que vuela en un gran viento cósmico. —Somos una cosita así, que planea en medio de la nada, acompañando a una estrella mediana nomás. Sólo para molestarlo, le respondí: —¿Cómo una pelusita? No me contestó, se quedó pensando y pasamos a otra cosa. Cuando uno es chico, el día pasa muy despacio. Pongalé que está jug

COSTUMBRES Elegancia

Pichis que ofrecían antes en el mercado Qué hace un hombre fino y distinguido cuando lo invitan a comer, cuál es su relación con los alimentos, qué invita a quienes van de visita a su casa El hombre elegante, cuando le preguntan qué comidas le gustan, siempre responde: “La que me ponen en el plato” o alguna fórmula similar. Nada hay más desagradable para cualquiera, que un invitado a almorzar o cenar diga que no le gusta alguno de los alimentos. Para evitar esos contratiempos, siempre es bueno asegurarse de antemano, el gusto por toda clase de vegetales crudos o cocidos y animales y sus derivados. Ese hombre no pondrá a la familia que tuvo el agrado de invitarlo a comer, en el apuro de no saber qué cocinarle ante su intempestiva confesión. Si no le gusta la rúcula, el zapallito o el hígado, lo comerá tranquilamente hasta el último bocado sin hacer ningún gesto de desagrado. Firme y seguro, dirá que le gustó mucho, que tenía buen sabor, eso sí, no pedirá que le sirvan otro plato, pero n