Ir al contenido principal

CHIQUILLADA A prueba de balas

El Universo desconocido

Segundo cuento de la temporada con mi hermano Eufemiano de protagonista, con una interesante teoría de yapa


¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?
Jorge Luis Borges

Tenía una gran imaginación, en eso me ganaba por varios cuerpos, si yo hacía volar el pensamiento, a Eufemiano las cosas que se le ocurrían siempre andaban más arriba, a veces cerca de las nubes o mucho más allá. Pero, deje que le cuente, así lo comprende mejor.
En tercero o cuarto grado, tuvo una maestra que les enseñó la cuestión del sol, las estrellas, la soledad de la tierra, un planeta boyando en los límites de una gran galaxia. Un granito de arena que vuela en un gran viento cósmico.
—Somos una cosita así, que planea en medio de la nada, acompañando a una estrella mediana nomás.
Sólo para molestarlo, le respondí:
—¿Cómo una pelusita?
No me contestó, se quedó pensando y pasamos a otra cosa. Cuando uno es chico, el día pasa muy despacio. Pongalé que está jugando desde hace mil horas con los soldaditos, por ahí va a la cocina y le pregunta a la madre si ya está lista la comida:
—¿Estás loco?, recién son las once de la mañana.
Esos días se me hacían todavía más largos si Eufemiano se ponía a pensar, porque me dejaba prácticamente solo. Iba, lo hablaba, le decía cosas, y nada. Estaba como hipnotizado mirando a ninguna parte. A veces tenía que gritarle para que volviera quién sabe de qué mundos lejanos. Entonces me miraba y decía:
—¿Ah?, ¿qué?, ¿qué dices?
Y yo le contestaba que nada, que deje nomás, que no importaba. Pero él ya había vuelto. Y entonces seguíamos jugando o trepábamos al limonero para seguir jugando a los piratas, a los cowboys, a los gauchos.
Esa vez, como le dije, el asunto del Sol, las estrellas, el espacio exterior lo tuvieron una tarde pensando, desde la alta siesta hasta casi la hora de cenar. Con decirle que, a la hora de tomar la leche, miró sin mirar cómo pasaban por la televisión las aventuras de don Diego de la Vega, el Zorro, que tanto nos entusiasmaban.
Al día siguiente, sábado tempranito, me despertó moviéndome entero en la cama. Tenía ojeras, el pelo revuelto y una cara extraña.
—Ya sé —decía— ya sé cómo es el universo.
Recuerdo que pensé:
—Uuuhhh… otra vez éste con sus ideas.
—No, no, no. Esta vez creo que le encontré la vuelta.
—Decime cómo es la cosa.
Entonces me explicó lo que había pensado durante esos días. Recordó que un tiempo antes la maestra le había enseñado que el tamaño de las cosas es relativo, que algo no es grande ni chico sino con relación a otro algo. Agregó:
—Vos sos más grandote que yo, pero más chico que el abuelo.
—Sí, lógico.
—Bueno, pero, esperá, esperá que te cuento cómo sigue.
Pensó que bien podría ser que todo lo que conocíamos como Universo, también fuera muy pequeño con relación a algo mucho más grande. Es decir, eso que el abuelo dice que es el infinito o la eternidad, quizás tiene un tamañito muy pequeño, comparado con algo enorme.
—No te entiendo— le dije.
—Para una hormiga, nosotros somos tan grandes que ni siquiera se preocupan por esquivar el pisotón. Seguro que nos ven venir, pero siguen tan campantes, no porque creen que no las vamos a matar, sino por dos cosas, una, si queremos nosotros, no lo van a esquivar, así que, para qué defenderse y otra, porque creen que son tan pequeñas que no les importamos.
Pero cada vez entendía menos.
—¿Te acuerdas del Lobito? — preguntó.
El Lobito era un perro bayo, con una lejana cruza de policía con camioneta Bedford, que había tenido mi abuelo.
—Claro que me acuerdo.
—Se murió de viejo a los 12 años— dijo.
Se había dado cuenta de que mientras para nosotros había durado toda la vida, en realidad ese perro había muerto joven para nosotros, y viejo también.

Leer más: hay quienes dicen que había túneles en la ciudad, pero era y sigue siendo imposible construirlos

El tiempo y el espacio son una cuestión relativa. A partir de ese dato había llegado a la conclusión de que el Universo completo podía estar encerrado en otros tan formidables como el que nos separaba a nosotros de las hormigas, o tal vez mucho más grandes. La Tierra, el Sol, las Estrellas, la Galaxia, bien podían caber, según me dijo Eufemiano esa mañana, en una minúscula parte de la casa de un gigante.
—Y qué parte vendríamos a ser nosotros— le dije.
—No sé, me lo estoy imaginando desde ayer.
—¿La tapa de un libro?
Se le iluminó la cara:
—El universo es cilíndrico y bien puede caber en la gotita de mercurio del termómetro que tiene el abuelo en la puerta del baño para saber el calor del verano.
Me pareció que estaba bien pensado, pero teníamos que ir a desayunar.
Entonces respondió:
—Ponele, ponele nomás que ese termómetro se está cayendo al suelo, en la casa del gigante. Nosotros vamos adentro, pero nuestro tiempo es como el del Lobito o quizás mucho más estirado y recién dentro de cinco mil millones de años termina de caer al suelo.
—¿Qué tienen que ver las hormigas?
—Quizás al gigante ni le importa el termómetro, en una de esas ya estaba en la casa cuando la compró y no sabe para qué sirve.
—Pero nos hacemos pupa— le dije.
—Nos hacemos pupa, pero eso podría demorar cinco mil millones de años, quizás diez mil billones— me dijo.
—Porque la percepción del tiempo que tiene cada uno, siempre es distinta.
Desde esa vez siempre que salen noticias sobre cómo pudo haber sido el principio del Universo, la Teoría de Cuerdas, el Big Bang, esas cosas, me digo que esos ñatos deberían investigar si hay un gigante diez billones de veces más grande que el Sol que ni siquiera nos registra.
Otro día Eufemiano me avisó que estaba empezando a pensar en la muerte, como una actividad para principiantes. Pero nunca lo pude seguir del todo, ¿no le dije?, tenía una imaginación a prueba de balas.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

Entradas populares (últimos siete días)

MÚSICA Morir en silencio (con vídeo)

Carlos Infante El fin de Carlos Infante inspiró al autor de esta nota a recordarlo, de paso nota que, si llegó al Cielo, averiguó un nombre secreto Por Alfredo Peláez, Fredy El periodismo no lo ubicó en el lugar que le correspondía. Fue un buen folclorista que supo darle vida a "El Linyerita", pieza de Fortunato Juárez. Así como Eduardo Ávila llevo a "La Telesita" por todos los escenarios del país y Sudamérica, Carlos Infante, hizo lo propio con "El Linyerita", aquel que dos profundas puñaladas terminaron con su triste vida en las vías de Huaico Hondo. En Santiago solo actuaba en peñas de poca monta y de vez en cuando le salía alguna actuación en provincias vecinas. Hace algunos días, justo para su cumpleaños, Juan Manuel Aragón, el que todo lo rescata, hizo una interesante reseña de la vida y la carrera de Carlos Infante, en su blog Ramírez de Velazco. Fue para sacarlo del injusto olvido, Allí Aragón decía: "El 3 de noviembre de 1943 nació Carlos Al...

EL LIBERAL Del ocaso a la caída

El Fabuloso Marcelo Pinceladas para seguir recordando, como hace varios domingos, un diario que para muchos fue más que un lugar de trabajo Por Alfredo Peláez, Fredy RoCe Publicidad (Rosales-Cejas) de la nada, hizo mucho. Era una máquina de hacer dinero. La "Vaca" Rosales y el "Negro" Cejas (ambos ya fallecidos) se hicieron millonarios. También estaban el "Chongo" Reyes, Bellomo (extraordinario creativo), Elsita y otros más que los años borraron de mi memoria. A las arcas del diario llegaba poco caudal de dinero. José Luis Castiglione tomo el toro por las astas. A Cejas no pudieron sacarle nada, no estaban los bienes a su nombre; Rosales no corrió la misma suerte, perdió todo. Casas, auto. Y sin nada se lo veía dar vuelta la plaza Libertad en procura de algún amigo que lo invitara un café. Se decía que el doctor Julio Cesar Castiglione solía arrimarle algunos pesos para mitigar en parte su dolor. Lo tuvo todo y lo perdió todo. Los que antes le abrían las p...

SANTIAGO Se viene una revolución sin balas

Reloj en hora No habrá gritos ni palabras ni gestos, ni siquiera será algo distinto o genial, anómalo o fuera de la ley: lea la nota si quiere enterarse Algún día, alguien producirá una revolución en Santiago. No usará balas, ni palabras, ni gritos, ni gestos. Ni siquiera hará algo distinto, algo genial, algo anómalo o fuera de la ley. Será mucho más sencillo: empezará a tiempo. Anunciará la presentación de un libro, la salida de un colectivo, una visita, una cena, una fiesta, y, a la hora que dijo que comenzaría, simplemente comenzará. Es posible que, a esa hora, no haya nadie todavía. Este revolucionario deberá tener nervios de acero, porque tal vez hable ante un auditorio vacío, cante para el aire, inicie el viaje solo o sople las velitas sin que nadie le cante el “Feliz cumpleaños”. Pero ese será el punto de partida para que otros hagan lo mismo en una provincia que ha hecho de la informalidad de los horarios una ley sacrosanta. Alguien tendrá el coraje de empezar. En el anuncio an...

RELIGIÓN Cáritas no es la Iglesia Católica

Trabajadores de Cáritas Pertenece al pasado la idea de que se trata del brazo de la Iglesia Católica que lleva ayuda a ls necesitados con el espíritu del Evangelio Por Jaime Gurpegui en Infovaticana Para muchos católicos bienintencionados, Cáritas sigue siendo ese icono de caridad cristiana, ese brazo de la Iglesia que lleva ayuda al necesitado con el espíritu del Evangelio. Pero esa visión es cada vez más una reliquia del pasado. Cáritas, como organización, ha abandonado paulatinamente su identidad católica para convertirse en una ONG más, financiada con subvenciones públicas y subordinada a las prioridades ideológicas del poder político. Ya no es un instrumento de la Iglesia, sino un engranaje más en la maquinaria secular que se presenta como “caritativa” mientras promueve agendas completamente alejadas de los valores cristianos. La principal razón por la que Cáritas ha perdido su esencia católica es su dependencia de las subvenciones estatales y europeas. Quien paga, manda. Y eso es...

CRÓNICA Qué es el “pilpintu”

Velay el pilpintu Vaya a saber por qué le cambiaron el nombre, lo cierto es que se trata de un lepidóptero que vive en los veranos santiagueños Se le llama “pilpintu”, según el diccionario quichua santiagueño – castellano, del sabio lingüista santiagueño Domingo Bravo, a un lepidóptero de la familia de las pieridae. Y la define como “mariposa leve, especialmente la blanca de los alfalfares”. Vaya usted a saber por qué le cambiaron el nombre, la cosa es que ahora les dicen pirpintos. Dentro de unos días posiblemente empiecen a poblar campos y caminos santiagueños, pintando de blanco pequeñas parcelas de pasto, los algarrobales e incluso el cielo, intentando quizás confundirse con las nubes. Su nombre científico es Ascia monuste, son típicas de la región chaqueña, el pedemonte y amplias regiones de la Argentina, Bolivia y Paraguay. Migra desde el norte de Salta, Jujuy, el sur de Bolivia, en grandes enjambres, desplazándose por movimientos de viento que en ocasiones la llevan hasta la reg...