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Mostrando las entradas etiquetadas como Napoleón

AUTORES Boletos de colectivos

Revés de boletos de colectivos Las máquinas modernas han terminado con uno de los oficios más apreciados, el de escribidor de frases de boletos de ómnibus Las máquinas modernas han terminado con muchos oficios, quizás el más común y menos apreciado de todos era el de escritor de boletitos de colectivos urbanos. Quién no recuerda a Cicerón, Napoleón, Winston Churchill, ¡Séneca!, Goethe y unos cuantos más, por su invalorable aporte a la cultura. Porque parece fácil, pero era ímproba tarea ponerse a pensar en una frase inteligente para que cupiese en los pocos centímetros cuadrados de un boleto. El aburrimiento de un viaje en ómnibus, mirando por la ventanilla o viendo cómo ascienden y bajan los pasajeros, muchas veces ha sido paliado por una horda de humildes trabajadores de la erudición en gotitas que seguramente se pasaban horas sentados detrás de una máquina de escribir, dale y dale, tecleando frases ingeniosas. No debió ser tarea agradable marcar todos los días la tarjeta de entrada

1792 ALMANAQUE MUNDIAL La Marsellesa

La Marsellesa El 24 de abril de 1792 nació La Marsellesa, el himno nacional francés, compuesto por Claude-Joseph Rouget de Lisle, en una noche El 24 de abril de 1792 nació la Marsellesa. Es el himno nacional francés, compuesto en una noche durante la Revolución Francesa por Claude-Joseph Rouget de Lisle, capitán de los ingenieros y músico aficionado. Después de que Francia declarara la guerra a Austria el 20 de abril de 1792, Philippe-Frederic de Dietrich, el alcalde de Estrasburgo (donde entonces se alojaba Rouget de Lisle), expresó la necesidad de una canción de marcha para las tropas francesas. “La Marsellesa” fue la respuesta de Rouget de Lisle a esta llamada. Originalmente titulado Canción de guerra del ejército del Rin, el himno pasó a llamarse "La Marsellesa" debido a su popularidad entre las unidades del ejército voluntario de Marsella. La canción enérgica y majestuosa causaba una intensa impresión cada vez que se cantaba en eventos públicos revolucionarios. La Conven

EFEMÉRIDES SANTIAGUEÑAS del 3 de febrero

Cuadro del combate En esta fecha muere Ramón Saavedra, granadero de José de San Martín, en el combate de San Lorenzo El 3 de febrero de 1813, fallece Ramón Saavedra, granadero de a caballo santiagueño, en San Lorenzo, provincia de Santa Fe. Luego del combate de San Lorenzo, al pasar la lista de los muertos el coronel José de San Martín escribe “Ramón Saavedra, natural de Santiago del Estero”. El breve combate de San Lorenzo, en el que una bala de cañón le mata el caballo, fue el único que libró San Martín en tierra argentina. Como se sabe, era un militar español que vino a estas tierras porque creía, como muchos en España, que la guerra contra Napoleón terminaría perdiéndose en el continente europeo y luego continuaría en América. Luego de que la bala le matara el caballo, un soldado enemigo aprovechó para lanzarse sobre el jefe contrario, pero providencialmente, el correntino Juan Bautista Cabral se interpuso entre la bayoneta del español y San Martín, salvándole la vida. La histori

OPINIÓN Mariposa traicionera

El sueño del chino Quién dijo lo que dijo y por qué lo dijo otro Se han escrito varios libros sobre las frases que se atribuyen a una persona y, en realidad las dijo otro antes que ellos o no las pronunció nadie. En la actualidad se podrían escribir varios pesados libros con enunciados que no llevan a ningún lado, o elementales, que circulan por las redes de internet y WhatsApp. Hay un déficit enorme de estudios de historia en las escuelas, los chicos apenas saben quién era Manuel Belgrano, Bartolomé Mitre , tres o cuatro más y pare de contar, pregunte a un estudiante de quinto año quien era, qué hizo o a quién le ganó Bernardo de Irigoyen, por dar un personaje —no tan— secundario y no tiene pucha idea. Una frase de Napoleón Bonaparte, “vísteme despacio, etcétera” , es tan común, que hay gente que lo único que sabe del tal Napoleón, es esa frasecita. Si le preguntan, quizás diga que claro que lo conocieron, era una confitería que quedaba en la Avellaneda, a media cuadra de la plaza Li