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Mostrando las entradas etiquetadas como Pensión

NOCHE Chicas imaginadas

Mujer imaginada “Por ahí, donde cuenta el amigo, en la Libertad, dicen que había una casa maravillosa en la que paraban mujeres que trabajaban de noche” Recuerda que una vez sacaron a esa chica de una pensión de la Libertad, para ir a una fiesta que tenían con otros estudiantes, envuelta en una alfombra, como en las novelas. Tal vez era la fiesta del estudiante, pero la ha contado tantas veces que por ahí ya se confunde. Ella hacía la calle cuenta, usando un eufemismo de los conocedores, como si hubiera sido hombre del hampa, de los bajos fondos, y no, no era. Esa noche, que no trabajaba porque se había hecho la enferma, el que se decía su novio, pero en realidad era su cafisho, andaba cerca, controlando a las otras novias. ¿Hacía la calle en el barrio?, le pregunto. Y me responde que sí, por ahí de la Libertad y Entre Ríos. Algo me acuerdo de lo que era Santiago en ese tiempo. Casas bajas, muchos balcones, un colorcito caqui en las paredes y una chica baldeando la vereda a la madrugad...

CUENTO La vieja Catalina

Anciana, foto de ilustración nomás El alma se le quedó en la esquina de la pensión con el rostro pintado en una expresión de estupor De a poco la pensión de la Catamarca 365 se había ido convirtiendo en aguantadero de gente de distinta laya: recientes echados de la casa por cuestiones de polleras, vendedores de rifas truchas, dos cordobeses que quién sabe qué deudas tendrían con la policía de su provincia o de otra, estudiantes crónicos de ingeniería, un viejo periodista, un vendedor de jabonesy otros que no vienen al caso. Y la vieja Catalina, medio pariente mía, según descubrimos una tarde que llovía desplomando el cielo contra las chapas. Toda una dama, le digo, en medio de esa fauna de delincuentes de poca monta.  Hay que ver que la historia es una materia pendiente en la vida de los hombres, sobre todo si no saben que veinte siglos después repetirán gestos, palabras, actitudes que cualquiera diría que quedaron marcadas en los libros y no se repetirían, pero el tiempo es una ru...

LEYENDA Los nombres de la hija descarriada

Imagen de ilustración Se cuenta lo que le sucedió a una chica que se volvió alegre, por nombrarla suavemente, todo enancado con otras historias (algo) truculentas y bien chismosas Lo que se va a contar a continuación sucedió en lo más profundo de la selva, antes de la llegada de los españoles. La historia fue narrada en un asado en la pensión La Pulga Loca, por un vendedor que decía ser de Curuzú Cuatiá, Corrientes, vendedor de libros de texto en las escuelas, allá por fines de la década del 80, principios de la del 90. Venía una vez al mes y a veces se quedaba hasta tarde jugando al truco o conversando, en el comedor, mesa de hule, sagitaria en frasco de vidrio, San Cayetano pegado en la pared, bajo la galería de aquella casa de la Catamarca 365 que muchos bien recuerdan. El día que se enteró de que la hija menor era la más atorranta del pueblo, el tipo se volvió loco. Un amigo, de esos que nunca faltan, le avisó que hombre que veía, hombre que tumbaba. No respetaba marca, señal, pela...

CUENTO El asesinato de la Pulga Loca

Presos todos Esta narración fue publicada por primera vez en el libro “Platita” de 1999 Amaneció de la siesta tirado en su cama con cuatro cuchilladas malditas reluciéndole en el pecho. Con la cara un poco menos colorada que de costumbre, los ojos azules mirando al techo, sus cartas de tarot desparramadas por el piso y una expresión de dolor que le deformaba un gesto que siempre había sido pintoresco. La Pulga Loca era —y seguirá siendo si todavía está ahí— una pensión de la calle Catamarca. Diez piezas en las que vivían malevos personajes salidos de las oscuridades de Santiago y de otros lugares. Su dueña, la Lali, estaba abombada del miedo. Recién a las siete de la tarde atinó a llamar por teléfono a la seccional. Demoró porque no estaba Ricardo, que era policía, paraba en la piecita del fondo y podría haber hecho el trámite antes. El que trajo la noticia fue Miguelito, el hijo de la Lali. Estábamos tomando mate y llegó corriendo a decirnos que el Hugo no se despertaba, que estaba ll...