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Mostrando las entradas etiquetadas como Amarillo

CIUDAD El vergel imaginado

Sulky “Un buen día, cuando nos hicimos grandes y tuvimos edad, uno por uno nos fuimos marchando del pago querido” La ciudad se nos ocurría lejana y sola, como la Córdoba de Federico García Lorca. Era un mundo entrevisto entre sueños, alimentado por los cuentos de los padres, fogoneado por las ansias viajeras que nos animaban entonces. Nos atraía con el vértigo gozoso de quien se lanza al vacío sabiendo que iba a hallar algo mucho mejor que el pago, aunque no supiera muy bien qué, pero no importaba. Para empezar, había trabajo para todos y de todas clases. En el pago también nuestros padres tenían conchabos, pero no era lo mismo hacerlo por dos pesos mugrosos que por la fortuna que, decían, pagaban en la ciudad. Los que volvían, siempre venían bien peinados, con ropa chillona, traían aparatos de música y contaban las maravillas que habían visto, oído y palpado, allá afuera había mundos de maravillas fabulosas. Hasta las chicas volvían más lindas, con el pelo amarillo, huiñaj, igualito a

SEMÁFOROS Luces que no sirven

Este es un semáforo Cómo se debería encarar una campaña para enseñar el respeto por las señales de tránsito A veces me pregunto qué hacen los automovilistas con el minuto que le ganan todos los días al tiempo por haber pasado varios semáforos en rojo. ¿Los van guardando para el final de la vida así se alargan la existencia en un día o dos?, ¿por llegar antes al trabajo les pagan dos pesos más y con eso cubre la cuota de la licuadora? Una premisa de muchos peatones es cruzar la calle cuando el semáforo está en verde para los autos: si se los esquiva correctamente se llegará sano y salvo a la otra acera. Pero si cruza cuando el semáforo se ha puesto en rojo, corre el peligro de que un auto manejado por un impaciente conductor se lo lleve por delante, como sucede todos los días en las esquinas de la Argentina. Luego de mucho tiempo de que existieran los autos sobre la tierra, para brindar seguridad a los peatones se instalaron los semáforos. Sirven para ordenar el tránsito, pero su princi

LEYENDA El ataja-camino

Velay el bicho También le dicen, yanarcaj, yañarcaj o yanarca Hace muchos años yo era un pájaro con un plumaje muy vistoso, amarillo, colorado, azul, verde, rosado, uno de los más bonitos del bosque. Todos me querían y me consideraban, porque además era el más simpático. Tenía un sólo defecto: era dormilón, me gustaba mucho dormir, pero mucho-muuucho. Una vez que estaba durmiendo, me vinieron a despertar porque había venido una persona muy importante a visitar el bosque. Un hombre, diz que era San Pedro, andaba conociendo Santiago. Los pájaros lo atendían con lo mejor que tenían. Las rubialas le cocinaban, los cardenales le hacían de guías, los churris le llevaban leñita para que tuviera fuego, las charatas le barrían la casa, las chuñas le tendían el catre y así todos. A mí me dieron la tarea de despertarlo al día siguiente, porque tenía que seguir viaje para el norte. —Después de hacerlo levantar a él, llamame a mí, así le hago el desayuno— me pidió una catita. Pero me dormí. Cuando